Ingenuamente pensé que la salida de Salvador Illa del Ministerio de Sanidad iba a ser aplaudida por la oposición después de que ésta se haya hartado de divulgar “la incompetencia” de un ministro al que le han pedido en más de una ocasión su dimisión. Pero muy al contrario, cuando PP y Ciudadanos han conocido su marcha de la cartera, ¡quién lo iba a decir!, más difícil de gestionar por la “sorpresa” de la pandemia, lejos de sentir alivio, reprochan ahora su marcha ¡en plena tercera oleada!. El colmo es que incluso le han pedido comparecencia antes de su salida del Gobierno, como si a estas alturas, con presencias diarias y hasta más de una en ruedas de prensa, medios de comunicación, Senado, Congreso… aún hubiera alguien que no le conociera o supiera que opina de la Covid-19 y que medidas defiende para hacer frente al virus.
Estaba segura que para PP y Cs iba a ser un alivio ver cómo un ministro “tan mal considerado por la opinión pública” iba a encabezar la candidatura del PSC a las elecciones catalanas del próximo mes de febrero. Digo yo que quien considera que su rival es un mal político puede pensar que con él enfrente aumenta su capacidad para conseguir más respaldo electoral. Pero mira por donde que esto tampoco les parece bien. Es más, aunque un tanto contradictorio, entienden que el ya ex ministro se “ha aprovechado” de su condición para posicionarse como líder en Cataluña.
Así que a día de hoy ni la dimisión de Illa como ministro ni su candidatura a presidente de la Generalitat se ve con buenos ojos. Sin embargo, los sondeos electorales dan un buen resultado al PSC, hasta el punto de colocarlo como primera fuerza política y aunque desde los partidos que salen peor parados siempre se airea la desconfianza, la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, los debe da por buenos a juzgar por sus declaraciones. Arrimadas está dispuesta a “renunciar”, aquí sí, a su “fuerza amiga”, un Partido Popular con el que asegura una “gran afinidad” que le permite cogobernar en importantes autonomías como Madrid o Andalucía, para pedir ahora un acuerdo con los socialistas. De locos.
