Javier Aureliano García inicia una nueva andadura al frente de la Diputación de Almería. No hay duda. Cuando aún no ha cumplido ni dos años al frente de la institución, él ya va dejando huellas ‘imborrables’ en la provincia de su figura.
Ha logrado hacerse con un inmueble a su nombre en apenas dos años, de los que uno, no olvidemos, ha estado marcado por la pandemia y ha supuesto en muchos sentidos un año ‘nulo’ debido a las restricciones. Aunque, pensándolo bien, en la Diputación Provincial de Almería se aprovechó muy bien esta circunstancia para tejemanejes particulares, o no tanto, el tiempo dirá. Que en plena pandemia el que fuera mano derecha de Javier Aureliano, Óscar Liria, se dedicara a comprar mascarillas, más que cuestionadas, -no parece que ésta sea una competencia propia para una diputación y encima el ‘pedido’ salió rana- , y a raíz de esta operación la Diputación se viera envuelta en una investigación que llevó al diputado a prisión y posteriormente a su dimisión, genera cuando menos zozobra en el ciudadano de Almería que ve como se aprovechan circunstancias excepcionales para cometer abusos. Y este caso, aún no resuelto, nos llevó a un segundo escenario, Fines, donde además de a Liria se arrestó a otras personas al inicio de esta operación judicial iniciada en Barcelona.
Por eso, no sólo resulta excesivo, por ser fina, que el señor García, con tan pocos méritos a cuestas, cuelgue su nombre a un nuevo espacio escénico sino que además, para completar el ‘teatrillo’, éste se encuentre ubicado en Fines. La comedia es demasiado grotesca y lejos de resultar amable deja boquiabierto al menos avispado. El presidente de la Diputación, solo, sonriente, haciéndose el selfie ante el ‘Espacio Escénico Javier Aureliano García’ provoca ya el bochorno total.
Y lo peor es que esto tiene visos de ser sólo el principio, salvo que alguien le arrebate antes la presidencia de la institución provincial a este chico que, no se cara, pero vergüenza no tiene ninguna.
