sábado. 20.04.2024

Echo de menos que la patronal de este país se pronuncie más bien poco por los casos de corrupción que hasta ahora se han conseguido destapar. No le gusta ni oír hablar de subidas salariales para los trabajadores, que generan también más capacidad de consumo, ni de cotizaciones que mejoren la caja de pensiones y ayuden a que éstas puedan garantizarse. Sin embargo, no veo que se rebelen cuando escuchan que se han dado obras públicas a dedo, que han conllevado la entrega de sobres a aquellos políticos con capacidad de decisión sobre a quien adjudicar una obra. Y digo yo que esta corrupción tan generalizada que se ha vivido especialmente en la comunidad madrileña debiera de ofender a quien no tiene los medios para llegar al político de turno ni la capacidad de ir entregando sobres con dinero a diestro y siniestro para hacerse con una obra, aunque esté dotado de los mejores méritos y lleve bajo el brazo el mejor proyecto.

Este concepto de libertad tan extendido en el PP que, por lo visto, no es otro que hacer lo que me de la gana sin rendir cuentas a nadie, aunque esté al frente de una administración y me daba a los ciudadanos, parece tener confundido al personal, y no sólo al empresariado. En pleno arranque del caso Gürtel, del que Pablo Casado no hablará “porque son cosas del pasado” de su partido que él entiende no le implican, debería ser un momento ideal para acampar a las puertas de Génova, de momento la sede no se ha movido de sitio, y reclamar que nos devuelvan todo el dinero robado. Yo entiendo la corrupción como un atraco a mano armada que hemos sufrido todos los ciudadanos, porque si tuviéramos capacidad para recuperar todo el dinero que se ha quedado en los bolsillos de tantos, en campañas políticas o en arreglos de sedes tal vez la hucha de las pensiones no estaría en riesgo, las carreteras o el ave estarían más avanzados.

Pero al margen de ello, sigo sin entender como a la patronal no le preocupa, cuando esto repercute directamente en las empresas y en su capacidad de concursar u optar a proyectos, el mamoneo que se traen algunos políticos, a todos los niveles, a la hora de ‘repartir’ el dinero público porque parecen entender como un reparto la forma en que realizan las adjudicaciones. Y ese mutismo de la empresa ante estas tropelías resulta cuando menos inquietante.

Empresarios y corrupción
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