Pablo Casado se ha encontrado con algo más que una china en el zapato. La lideresa madrileña, la señora Isabel Díaz Ayuso, alias “Britney Spears”, -así dice haberse sentido tras la ovación que los estudiantes de la Universidad CEU San Pablo le ofrecieron-, ya ha enseñado la patita abiertamente y no se corta a la hora de reclamar la presidencia del Partido Popular en Madrid. Se conoce que haber ganado unas elecciones forzadas para evitar una moción de censura le da alas no sólo para optar a puestos más elevados sino también para marcar la agenda del PP. Porque lo duro para la ejecutiva nacional no es ya que pretenda hacerse con la dirección regional sino que además quiera hacerlo ya, es decir, intente marcar los ritmos.
La mujer está tan desbordada con su éxito en Madrid que incluso marea la margarita con la convención nacional del partido: aún no sabe si podrá ir o si su agenda le impedirá acudir como ‘una afiliada más’ al acto.
Mientras tanto, el presidente del PP trata de pasar de puntillas ante cualquier cuestión que surja en torno a Ayuso y ahí deja a su número 2 Teodoro García Egea dejando el pabellón de la honestidad bien alto al reconocer que fue la corrupción “lo que destrozó al PP de Madrid”.
Casado carece de liderazgo a día de hoy. Apenas su andadura se resume en un no rotundo a todo lo que hace Pedro Sánchez, ya sea pandemia, vacunas, luz, salario mínimo, eutanasia o Afganistán, y a tratar de compensar su falta de proyecto y propuestas con denuncias en los juzgados para alargar ante los medios sus negativas a todo.
Y mientras tanto ella se deje querer, ya sea por su antecesora Esperanza Aguirre, como por un grupo de estudiantes (¿espontáneos?) que ensalzan su hermosura y españolidad o el propio Santiago Abascal (Vox) que ve en Díaz Ayuso a ese líder al que le hubiera gustado encumbrar desde el salón del Congreso de los Diputados.
Así las cosas, más vale que Casado se arranque de una vez y busque su lugar porque alias “Britney Spears” es hoy por hoy más amenaza para él que Pedro Sánchez.
