miércoles. 24.04.2024

Hace unos días un amigo me contaba que un conocido suyo, votante de izquierdas de toda la vida, se planteaba votar al PP como forma más efectiva de parar la entrada de Vox en el Parlamento Andaluz. El problema no es que esa tercera persona hubiese mordido el anzuelo de los populares, que estaba claro que harían caja de la muerte anunciada de Ciudadanos como pozo donde ya había mucho voto de ex de la izquierda cabreados, el problema real es que no hay mensaje alternativo, liderazgo al que seguir o ideología a la que cogerse.

Suspendida esta convocatoria de junio, lo más normal es que los partidos con verdadero espíritu perdedor emplacen a los suyos a recuperar el ritmo tras septiembre, pero todo aquel que reciba ese mensaje, que sepa de antemano que está perdido, que a septiembre hay que llegar con la tarea hecha por el mero hecho de que, justa o injustamente, se ha cateado en la convocatoria de junio. Por tanto, guste o no guste, no hay vacaciones. Bueno, si se las pueden tomar en el PP, porque han aprobado con sobresaliente y tienen todo el derecho del mundo a relajarse. El resto no. Ninguno.

Y la tarea empieza por elegir modelos. Obviamente el seguido hasta ahora en España no funciona, por tanto, hay que mirar hacia el exterior, comparar lo que compran sus electores y elegir el traje que mejor se pueda adaptar a lo que quiere comprar la clientela local, que es el votante. Para ello puedes elegir, en el caso de los socialistas, entre la inspiración de los demócratas americanos, que es algo así como socialismo descafeinado que busca adaptar el modelo liberal a unos valores acordes con el Estado del Bienestar. También tienes a los alemanes, que son en estos momentos más de eso mismo, pero con un acento europeísta que les hace migrar a posiciones en las que esos otros derechos humanos de tercera generación relacionados con el medioambiente, la autodeterminación de los pueblos (bien entendida claro está), la paz o el desarrollo tanto social, cultural como biológico, pueden movilizar a su electorado, lo que podemos llamar socialistas modernos. Y de ahí pasas al modelo francés, donde lo que han hecho es unificar a toda la izquierda haciéndoles olvidar sus nombres para, entre todos, conseguir un único fin que es no desaparecer en medio de la lucha entre las derechas moderadas y las ultras derechas, pero reivindicándose como pura izquierda. Obviamente hay más oferta en el supermercado ideológico, pero pongamos esas tres opciones como ejemplos, porque tampoco hay tiempo para probarse demasiados trajes. Hay que elegir.

Y tomada la decisión hay que salir a la calle a lucirlo.

En Andalucía puede que hasta el PSOE tenga la suerte de que el rebote de Vox sea de tal magnitud, que opten por hacer verdadera oposición. 

Uno de derechas herido es mucho más peligroso que uno de izquierdas que intenta recuperar posiciones. La base son los valores, muy distintos y por tanto muy distantes los límites o líneas rojas que sean capaces de marcarse unos y otros en el discurso. De todas formas, a las izquierdas en Andalucía hacer oposición se les da francamente mal, sea en el foro que sea.

Y si eso sucediese pues tendrían tiempo para poder empezar a reaprender a contar las cosas porque, sencillamente, es el momento de aceptar que o no tienen ni puñetera idea de por dónde van los tiros, o sencillamente están induciendo su estrategia de comunicación a un corsé que no la deja respirar. En cualquiera de los dos casos, necesitan todos ellos, absolutamente todos, dar un cambio absoluto en las estrategias, las personas, los objetivos y los modos de hacerlo. Y eso implica aceptar que se ha hecho muy mal hasta ahora, cosa que es casi improbable que un partido político sea capaz de aceptar.

Solución, tomar pequeños territorios de muestreo y probar qué tal funcionan las nuevas estrategias.

Recuperar en septiembre
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