Esto no le va a gustar a mucha gente, pero cuando detectas que la realidad está siendo tergiversada por oportunistas de la política, de la cháchara y la baza gratuita, debe haber algún kamikaze dispuesto a recordarnos que nos están tomando el pelo por vagos. Si, por vagos, porque somos capaces de asumir mensajes, darlos por ciertos, sin mirar mínimamente si nos cuentan la verdad, o toda la verdad.
En este escenario de pactos es absolutamente necesario hablar de Vox y Junts, y de sus paralelismos, pues los hay y muy profundos. Ambos son extremos, uno quiera una España grande y libre y el otro una Cataluña en las mismas condiciones.
Vox ha puesto condiciones que parecen imposibles para conseguir sus acuerdos, ya sea en Extremadura, Murcia y otros, donde la violencia de género pasa ser intrafamiliar entre otros muchos cambios estratégicos. Gobiernan desde dentro en instituciones que no reconocen, como las autonomías, y muchas otras peculiaridades que no vamos a tardar en descubrir.
Junts también ha puesto condiciones que parecen imposibles, como una ley de amnistía, por cierto que similar a la que Reino Unido está a punto de aprobar para liquidar el pasado del IRA y el conflicto de Irlanda del Norte. Entran en instituciones, como el Congreso, en las que no creen y facilitan gobiernos que consideran opresores.
Vox dijo que si entraban a formar parte del Gobierno de España su primera medida sería someter a Cataluña a una suspensión de su autonomía, es decir, volver a aplicar el 155 de la Constitución. En contraposición, Junts planta cara a ese resto de España que se identifica con quienes les quieren imponer el 155.
Hay mucho más, pero hay otra verdad aún más poderosa.
Esto va de venganza. Y en política la vendetta se lleva a extremos insospechados.
Cuando José María Aznar, en 1996 firmó el pacto del Majestic con Jordi Pujol para ser investido presidente del Gobierno de España, entregó a cambio al PP catalán. Cortaron la cabeza de Aleix Vidal Cuadras, presidente entonces del partido, que vio como sus parlamentarios votaban a favor de CiU mientras a él, uno de los físicos nucleares más prestigiosos del momento, le mandaban al cementerio de elefantes políticos. En ese pacto, además, Pujol impuso el modelo de financiación autonómica, la supresión del servicio militar obligatorio y el traspaso de competencias al gobierno catalán. CiU es la matriz de Junts, no lo olvidemos, y Pujol ese político al que el gobierno de Mariano Rajoy convirtió en la diana de la llamada policía política de otro ex presidente del PP Catalán y ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz.
Aleix Vidal Cuadras buscó un nuevo partido donde ubicarse, y en los círculos de la ultraderecha, donde estaban los nostálgicos de la dictadura, encontró Vox, que podría tener como 50 o 100 afiliados en esa época. Con sus contactos y el dinero de éstos relanzó un partido que lleva como nombre el mismo que una revista satírica editada por los nazis de Hitler. Y puede que sea una causalidad, porque Vox también significa voz en latín. Pero también es el nombre de aquella revista nazi.
Y ahora que conocen, o les he recordado la historia para ponernos en situación. Ya tenemos sobre el tapete de juego las venganzas pendientes.
Lo que unos dieron antes con el pacto del Majestic, mientras la oposición en la Cataluña de esos años, los socialistas, le decían a Pujol que su problema era el 3%, no es diferente de lo que se negocie ahora.
Con todo eso sobre la mesa ¿Desde cuándo se rompe España?
O mejor aún, que alguien me diga si lo que hagan en uno u otro lado afecta a su sueldo, a lo que pagan a proveedores o tienen que cobrar de clientes, porque les adelanto que no. Pase lo que pase, al 98% de los ciudadanos de este Estado nos irá exactamente igual.
Bueno, a los andaluces peor, porque no tenemos un mísero partido nacionalista transversal, ni de derechas ni de izquierdas, que represente nuestros intereses en ese nuevo escenario en el que España empieza a asemejarse a Europa, donde los estados son federales.
Que parece que aún no nos hemos enterado.