Estoy seguro que la inmensa mayoría de los políticos tienen ideas y recursos , y además están dispuestos a remangarse para resolver los problemas de la gente, pero se está abriendo paso una fauna que lejos de servir a la sociedad se instala en la tormenta de las emociones y pasiones, la retórica del disparate y el laberinto de lo absurdo.
Este populismo que recorre el mundo y las instituciones es sumamente peligroso ,porque lejos de ejercer el talento y el arte para no parar de superarnos , provoca una ausencia de reflexión y debate y entre tretas y manejos se conducen por consignas y máximas autoritarias, por resentimientos y mentiras que producen bochorno y vergüenza ajena escuchar determinadas cosas y observar comportamientos inadmisibles democráticamente hablando.
Se intenta fomentar el odio , para que el diferente no sea el adversario con quien hablar sino el enemigo a batir, la sociedad debe permanecer inmóvil y acatando consignas , provocando desmovilización y desmoralización.
Esta minoría que tanto ruido y daño hace a la vida pública, porque todas sus acciones son conocidas y a veces sobredimensionadas, abusan del megáfono entre gritos y calumnias y escasean la reflexión y el sentido común. No podemos enviar los mismos mensajes con diferentes valores ,porque a alguien estamos engañando , comenzando en ocasiones por nosotros mismos.
Con la compañía de semejantes sujetos es mucho lo que tenemos que perder y poco lo que hemos de ganar. Se mueven como pez en el agua entre absurdas conspiraciones y ausencia de propuestas y construcciones , demasiada inestabilidad y poca templanza., pocos lugares de encuentro y muchos enfrentamientos que terminan en crispación.
No son capaces de entender que nuestras vidas , es el tiempo que pasamos , mientras tachamos sueños cumplidos , que lejos de alianzas infieles y polémicas inútiles , nos sentiremos mejor haciendo el trabajo bien hecho y combatiendo la chapuza.
Si nos avisan de nuestros errores y nosotros persistimos , no podemos culpar a los demás de nuestras torpezas. Entre líos y follones, rotos y cosidos, descuidos y negligencias, miradas y escaparates , disfrutes y disgustos, querer esconder lo que todos ven es la mayor tomadura de pelo.
Lo sencillo y bello es hablar para que todo el mundo nos entienda, sin luces que oscurecen ni oscuridades que dicen alumbrar, colocando el foco según nos interese en aquello que queremos resaltar , sabiendo elegir y distinguiendo los buenos de los malos consejos y colocando los limites para no confundir donde se pierde la ficción y comienza la realidad.
También , lejos de tretas y manejos, hemos de aprender a descubrir la magia de cada momento, indagar sobre lo desconocido, no dejarnos avasallar por ningún poder por muy destructivo que nos parezca , explorar con calma y paciencia lo que nos vamos encontrando y escoger un lugar y un tiempo para saber envejecer con dignidad.
Cuando no nos sentimos dependientes ni prisioneros de nada, podemos escoger aquello que más nos haga felices y nos sentimos liberados de miserias y mediocridades, no habiendo poderes que nos controlen sino que somos nosotros los sueños de nuestros propios movimientos
Entre diálogos e intercambios, encuentros y desencuentros, surgen convergencias y divergencias , y vamos amarrando cuerdas aunque inevitablemente dejemos cabos sueltos, en un camino de alegrías y sufrimientos. Siempre preferiremos encontrarnos con lo auténtico que aburrirnos con la copia, comunicarnos con la palabra que se pronuncia y a la vez escuchar, a ser prisioneros de la ira y el grito.