miércoles. 24.04.2024

Todos tenemos fallos

Si alguien tiene la tentación de decirnos que es perfecto, no le crean, o se trata de un mentiroso patológico, o un soberbio sin remedio , o es un bromista que quiere tomarnos el pelo o algo peor se le ha ido la azotea y tiene un serio trastorno de personalidad.

Afortunadamente somos humanos  y por tanto todos tenemos fallos , desde los más insignes a los más mediocres, desde Premios Nobel hasta gente normal. Nuestros pensamientos albergan ideas equivocadas y nuestra conducta está salpicada de errores.

Tal vez lo más duro es no darnos cuenta de equivocaciones y lo peor aún no tener ninguna voluntad de corregirlas , con lo que persistimos en las mismas entre la torpeza y la tozudez., convirtiendo en algo que es normal en un hábito que puede resultarnos perjudicial.

Todos tenemos fallos , y no es una condición absoluta , de todo o nada , sino que posible que nos encontremos con alguien brillante , justo y responsable y que en un determinado momento mete la pata, mientras que hay otros que son especialistas en cometerlos, y para obtener el master de desastre con buena nota refuerzan su imagen de “peor imposible”.

Hay quienes se esmeran y esfuerzan en cualquier tarea que realizan y otros no muestran ningún interés en hacer las cosas bien. No ser capaces de aprender de los errores es negativo para nuestro bienestar y nuestro crecimiento personal, y no solo hemos de fijarnos en los nuestros sino en los de demás y quizás evitaremos no cometerlos.

Cuando no nos damos cuenta de que no somos poseedores de la verdad y que en cualquier momento podemos fracasar,  hemos de mantener el control, aunque es natural que alguna que otra vez nos enfademos, lo que es tremendamente peligroso para nosotros y los que nos rodean es que nuestros desaciertos se traduzcan en un lenguaje iracundo, en una explosión de emociones resentidas o en sentimientos envidiosos.

Debemos, lejos de cualquier obsesión perfeccionista, admitir nuestros fallos y saber rectificar nuestros rumbos si queremos llegar a buen puerto, y no incurrir ni en el error de vivir del pasado, cuando el tiempo pasa y los espacios cambian , ni renunciar a nuestros sueños por considerarlos de antemano imposibles.

Es bueno para nuestro equilibrio , tener confianza en nosotros mismos y mantener la autoestima, pero como todo con sentido de la medida , sin menospreciarnos ni considerarnos el centro del mundo. Querernos a nosotros mismos es la mejor virtud que puede poseer cualquier persona , pero sin olvidarnos que los demás existen, están ahí y también demandan nuestra atención.

En algún momento de nuestras vidas somos vulnerables , por ello no podemos ni debemos convertirnos a través del ejercicio del poder en el peor de nuestros enemigos , y en el que todo vale con tal de conseguir nuestros objetivos. Los escenarios en los que nos desenvolvemos han cambiado y ahora cualquier mensaje que emitamos , cualquier cosa que digamos o escribamos puede ser oída o leída , al momento, en cualquier parte del mundo , a través  de las redes sociales. 

Esto nos obliga a ser más cautos, moderados y equilibrados,  a que una tontería podemos verla convertida en una excelencia, utilizando las autopistas digitales y una palabra puede adquirir una dimensión que no esperábamos. Ahora más que nunca , hemos de ser rigurosos y benevolentes con lo que pensamos y decimos. Admitamos que todos tenemos fallos, y eso no nos puede suponer ningún trauma ni una frustración irreparable.

Todos tenemos fallos
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