jueves. 25.04.2024

Goteras y agujeros

Vivimos la realidad con más o menos intensidad según el momento y las circunstancias, y hay ocasiones en las que nos sentimos plenos y dichosos, y otras en las que las goteras y los agujeros físicos y psíquicos nos hacen flaquear Entre seguros o dubitativos, esperamos desde nuestros sueños ser los afortunados y que la realidad se llene de buenas noticias, o nos invada la incertidumbre y la ansiedad de que nos pueda ocurrir una desgracia.

Viajamos haciendo kilómetros y recorriendo el mundo en barcos, trenes o aviones o lo hacemos a través de la lectura de los libros, y entre vientos favorables y tempestades que no son propicias a la lealtad y al compromiso, descubrimos distintas formas de explorar lo que nos rodea o de experimentar como somos en nuestro interior.

 Entre memeces, gilipolleces, pamplinas y gansadas, no hemos de perder el tiempo atormentándonos por lo que no tiene remedio, ni intentar aparentar lo que no somos, embotándonos con el ruido existente y evitando gozar de las cosas buenas que el presente nos ofrece porque nos empeñamos en mojarnos con todas las goteras y caernos en todos los agujeros.

 Desde el resurgir de ser capaces de superar las situaciones más difíciles hasta el declive de dejarnos llevar hasta el barranco por las más mínimas contrariedades, esperamos la aprobación de nuestras palabras por parte de los demás y la solidaridad de los otros.

 Ni siempre logramos lo que deseamos, ni tampoco podemos instalarnos en el lamento permanente como si fuéramos el señor de las desgracias. Nos fortalecemos o flojeamos, abrazando las esperanzas y rechazando las desesperanzas, teniendo como aliados a los auténticos y tomando todas las precauciones para no caer en las garras de los camaleónicos.

 Goteras y agujeros que son la especialidad de los doctores de la nada , capaces de convertir todo lo positivo en negativo, lo bueno en lo malo, lo acertado en una critica destructiva. De aquí para allá, de un lado para otro, nos tensionamos entre invasiones y evasiones, limpiezas y basuras, aperturas y ostracismos, arreglos y reparaciones.

Los comienzos y los finales de nuestras películas y nuestras escrituras, nos colocan casi siempre en la situación de despegar o aterrizar, dispuestos a que casi todo nos arranque una sonrisa y crear y recrearnos con nuestras experiencias y conocimientos.

 A veces nos hundimos en los infiernos en la que una magia negra transforma las goteras en inundaciones y los agujeros en cráteres, o nos confundimos con movimientos inmóviles y quietudes que se mueven sin parar, sembrando de historias fascinantes los relatos comprensibles ante situaciones incomprensibles.

 Hay encrucijadas en las que nos encontramos a seres excepcionales por muy simple que nos parezcan, y otras en las que nos topamos a los petulantes que no sirven ni para rellenar ni aplaudir, pero que en su ignorancia se creen el centro del mundo.

 Avances y retrocesos, entre lo satisfactorio y lo ingrato, la escasez y la abundancia, lo mejor y lo que está por llegar, lo normal y lo raro, y estudiamos para conocer y conocernos más profundamente, porque de otro modo morimos poco a poco.

 Tenemos un gran desafío para encontrar nuestro sitio, para asumir la ferocidad del mundo en el que transitamos, para admitir que nuestras goteras y agujeros forman parte de nosotros mismos.

                                   

Goteras y agujeros
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