viernes. 19.04.2024

Sin decir una palabra

Ante aquel escandaloso espectáculo, se había quedado mudo, sin decir una palabra . Todo ante sus ojos era desolación y ruinas, y su reacción ante el gran  horror , sumirse en un mutismo Como si el tiempo se hubiera detenido y todo lo que se movía hubiese entrado en una parálisis colectiva.

 Albergaba la esperanza que este fuera un estado transitorio y en un determinado momento todo se normalizará, y el saliera de aquel silencio y volviera a recuperar el habla, preguntaba por lo que ocurría y contestaba lo que le interrogaban.

Midamos nuestras palabras, y vayamos hacia adelante con optimismo. Comprobaremos que hay luz al final del túnel, Nadie nos va a estropear nuestros planes, si esperamos con ilusión una buena noticia esta llegará , manteniendo el diálogo y el talante, sin recurrir a esa impulsividad que hace que salten chispas.

 Debemos dedicarle tiempo a la reflexión, no hace falta que adoptemos una verborrea compulsiva, y hagamos todo lo posible por mejorar nuestro mundo personal , sin reeditar mitos pero cuestionando todo lo que hacia , lo que le llevaba a adoptar nuevos valores profundos entre el silencio y las palabras justas.

 Se quería demostrar a si mismo que podía limar sus asperezas, aunque entre lo caótico y lo fascinante, cantará la canción más triste compuesta hasta entonces, y le produjera una nostalgia paralizante a todo el que lo oyera o tuviese el miedo qué si le decía algo, podría callar para siempre.

Hablar por hablar , pretende justificar en ocasiones aquello que deberíamos haber callado, y llegamos tarde cuando hubiésemos alcanzado el objetivo con nuestro silencio o con una declaración ajustada que no nos emborrachara en un verbo sin sentido.

A veces no entendemos lo que está pasando , por muchas palabras con las que nos la expliquen , mientras que si empleamos las justas, somos más elocuentes que la imprudencia de lo mal dicho y peor entendido, la exageración de la palabrería espectáculo o la promesa que jamás se cumple.

Además entre la palabra dicha o silenciada, casi siempre se esconden armas de doble filo, lo progresivo y lo regresivo, algo más y mucho menos, el debate y el desacuerdo , la épica y la estética,  la realidad y la ficción, las ganancias y las perdidas.

Pero entre oscuros y claros, premios y sanciones, se nos pierden muchas palabras, que traen más divisiones que uniones, y nuestro perfeccionamiento nos angustia y nos crea problemas , con lo que debemos admitir que no siempre podemos ser los primeros ni los mejores.

Necesitamos decisión y arrojo, y no agotar las palabras, donde deberían haber realidades, con bondades cercanas y sin maldades a distancia, comprendiendo la bondad de las cosas , sin forzar las relaciones, sabiendo que lo que necesitaba llegaría ponto y en abundancia.

Aclaremos nuestras intenciones para lograr lo que más deseamos .La clave está en nuestro esfuerzo y constancia , podremos hacer de cada día un éxito si nos empeñamos. Hemos de ser generosos y utilizar nuestros talentos en beneficio de los demás.

Entre las predicciones y las precisiones , debemos saber ganar con humildad y perder con sabiduría, evitando las discusiones inútiles , que no son el mejor método para la comunicación e intentar aclarar las cosas. Las palabras hirientes nos invaden y agotan nuestras energías.

Huyamos de lo dogmático o de creernos únicos, porque no hay una sola realidad sino muchas realidades , y recordemos el proverbio árabe que nos dice” No abras los labios si no estás seguro de que lo que vas a decir es más hermoso que el silencio” 

Sin decir una palabra
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