jueves. 28.03.2024

Lo colores de la realidad

En unos versos de Ramón de Campoamor incluido en su poema de 1846 “Las dos linternas” , perteneciente a su obra “Las Doloras”  dice así “ Y es que en el mundo traidor nada hay verdad ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mira” 

Cada persona tiene su propio color , una especie de halo , y como diría Henri Matisse “El color debe ser pensado , soñado , imaginado  .Cuando observamos la realidad , nos enfrentamos a un reto , es un camino difícil  que constituye un desafío entre el poder de ganar y la derrota del perder.

Los colores de la realidad pueden pasar a ser recuerdos, constituirse en  sensaciones y encuentros que podían haber no existido, donde solo hablemos de lo nuestro o nos abramos a dialogar de lo de todos , sin caer en la tentación de elevar a titular y categoría lo que solo es categoría.

Entre el ruido y la furia , apenas nos quedamos en los preliminares y no pasamos del blanco y negro, y nos enredamos en el colorido de la provocación , la aceleración o la estupidez., o encerrarse en el secreto que hace prosperar la oscuridad de la impunidad.

El color de la emigración es negro , repleto de esperanzas que no se cumplen. Como diría Johannes Itten “El color es vida , porque un mundo sin color se nos presenta como muerto : los colores son las ideas primordiales , los hijos de la luz”

En los tiempos que vivimos las redes están llenas de colores y matices, no podemos caer en la trampa de querer arreglar el mundo a base de regular herramientas que son un mero reflejo, Hemos de evitar la manipulación y la radicalización que desdibujan y difuminan el colorido de la realidad.

Los políticos deben aprender a admitir todos los colores de la realidad, desde el amargo pero decente de reconocer sus equivocaciones hasta poder dialogar con sus mayores adversarios, todo entre matices de grises., y descubrirán claros y oscuros  

Los colores de los espejismos, nos enseñan en cada momento la esperanza y su arco iris, y las oscuridades del victimismo, entre la policromía y la monocromía., entre ser un país de bares o un paraíso de exposiciones con todos los colores del mundo.

No son iguales los colores del triunfo que los de la derrota, los de lo conveniente que lo desaconsejable, la de aquellos personajes que pueden conseguir lo que se propongan que la de aquellos otros que cada vez que hablan crean un problema.

El cansancio apaga los colores y nos provoca espíritu de derrota.  El desmadre los disparata y nos hace cambiar de criterios. La moderación los  equilibra y los excesos nos provocan desconfianza cuando nadie es capaz de hacer circular los tranvías.

La plaza de las discordias, en las que cada cual tira para un sitio y ve los colores que no existen, sino que pintan la realidad con aquellos que les conviene   y para ellos es lo políticamente correcto.  Los alegres colores de las libertades son muy diferentes a los oscuros de las represiones.

Entre nuestras filias y fobias, nuestros ojos se llenan de los colores preferidos o los odiados, y recordamos  aquello que nos decía Pablo Picasso “¿Por qué dos colores , uno al lado del otro , producen música? ¿Puede alguien explicar eso?. No . De la misma manera en que uno nunca puede aprender a pintar en realidad

No son los mismos colores lo que nosotros vemos mirando desde nosotros al exterior, que los que ven los demás observándonos a nosotros.

Lo colores de la realidad
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