viernes. 19.04.2024

Pero qué educación quieres 

¿Qué formación es la que quieres para tus hijos? Esa es la pregunta que debemos hacernos, porque lejos de las guerras de guerrillas que se monten los partidos políticos para chupar cámara, lo que subyace en todo este asunto es que aún no parece que tengamos asumido lo que significa vivir en un Estado social y democrático de derecho. Esta soberana tontería de que ahora todo el mundo discuta sobre la constitucionalidad o no de una u otra medida, nos puede llevar a verdaderos callejones sin salida, cuando nuestra misión como padres es la de educar y la de los profesores formar con la absoluta autonomía que sí les proporciona el texto constitucional. A partir de ahí lo que recoge la carta magna son tanto derechos y deberes de unos, los ciudadanos, como los deberes de otros, Gobierno y administraciones. Pero hay más, porque la ley que define el modelo educativo por el que se garantiza ese derecho de educación la diseñamos entre tu y yo que somos padres. Si. Lo hacemos nombrando a unos señores nuestros representantes en la cámara legislativa, la que aprueba y discute esas leyes, y dependiendo de las mayorías podrá establecerse uno u otro marco al que deberán ceñirse los formadores que son, en definitiva, quienes tienen libertad de cátedra.

Llegados a este punto podemos volver a preguntarnos eso de ¿Qué formación quieres para tus hijos? La gran mayoría la prefiere, por encima de todas las cosas, absolutamente gratuita. Y ese es el primer derecho al que recurrimos, pero no es el único que entra en juego este perverso debate.

Si yo quiero una formación específica voy en busca del centro que me la aporte, sobre los valores concretos que yo quiera inculcar a mis hijos. Por eso tenemos los colegios concertados, esos semiprivados que juegan en ambos terrenos de lo público y privado, que en mi opinión están en el centro de esta polémica. 

Y ojo, que esto es muy importante porque al final de todo este embrollo saldrán a relucir los de siempre como saco de boxeo al que todos golpear. Nadie debe llevarse a equívocos, estos colegios no tienen nada que ver con la red de centros del Opus Dei, que de sólo mencionarlos le pueden poner los pelos como escarpias a mas de uno, pero que independientemente de ideologías o moral tipo defendida son en estos momentos los que mejor resultado aportan a nuestro sistema educativo en cuanto al nivel académico de sus alumnos. Su universidad de Pamplona es, sencillamente, la mejor del país y nos pongamos como nos pongamos sus escuelas de negocios, los centros de formación para empresarios, suponen uno de lo pilares de nuestra economía porque, sencillamente entendieron la necesidad y actuaron en consecuencia cuando nadie lo hacia ya fuese desde lo público o privado.

Y meto al Opus en este embrollo porque se les puede tomar sencillamente como ejemplo. Si uno quiere una formación específica siempre se tiene esa puerta abierta, lo que no vale es querer imitar ese modelo desde la figura del concertado sin asumir el riesgo de los absolutamente privados y, obviamente, lo público no está para convertirse en el bufé libre de los partidos de la oposición. Y a estos hay que dejarles claro que si quieren articular cambios o hacer piruetas que primero cambien la Ley dentro de los límites que marca la constitución. Vamos que primero ganen las elecciones y luego implanten el pin, el pan o el pun.

Pero qué educación quieres 
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