jueves. 28.03.2024

No gastes lágrimas hoy

Tengo la extraña impresión de que aún no nos hemos enterado de lo que sucede, de lo que se nos viene encima.

Empiezo a temer que entramos en esa tendencia tan nuestra de inmunizarnos ante los números, ante los datos, y que por puro aburrimiento buscamos refugio en lo banal, en lo que es sencillamente llamativo, divertido, motivador, pero sin importarnos que no nos lleve a ninguna parte porque parece no importarnos qué será de nosotros.

Me aterra que sumemos muertos de quinientos en quinientos al día, y que los grupos políticos anden en sus liadas particulares de si se cuenta o no con ellos, en cómo poder salvar las restricciones de WhatsApp para sortear las dificultades que las grandes plataformas tecnológicas están poniendo a la distribución de bulos, de noticias falsas y otros estándares de nueva política.

 Y nosotros detrás, jaleando, cuando la pregunta que tenemos que hacernos es tan sencilla como ¿sabes de qué comerás dentro de seis meses?

El mundo está cambiando conforme pasan las horas y parece que no queremos armarnos para responder a la nueva realidad que, dicho sea de paso, no tiene nada que ver con lo que hemos vivido hasta ahora.

Por mucho que nos duela, y puede que en algunos casos sean más sangrante que en otros, es el momento de, sencillamente, dejar hacer en el panorama público a los que están, tomar nota de todo cuanto acontezca en los próximos meses, en los próximos años, y luego actuar en consecuencia a la hora de votar. A mi, por ejemplo, me chirría tener que conformarme con un presidente de la Junta de Andalucía que ahora sabemos que se ha comprado espacio en medios de comunicación por valor de cinco millones de euros para verse guapo y capaz, pero estoy dispuesto a mirar hacia otro lado si las medidas que toma aquí, en la comunidad, son suficientes para atender lo que se le viene encima. Para cubrir las necesidades de los que sencillamente no llegarán a final de mes. Pero igual margen de confianza estoy dispuesto a darle a cada alcalde o alcaldesa, presidente de una Diputación o de un Gobierno de la nación, porque gracias a la perversa realidad de los últimos años, los tenemos de todos los colores políticos en todas partes.

Ahora bien, las administraciones deben tener claro que en este nuevo escenario no vale llorar mirando al suelo mientras levantas la mano al cielo señalando con el dedo índice, echándole las culpas al de arriba e intentado que beban de tus lágrimas los de abajo. No, eso ahora no va a funcionar.

Si nos damos una vuelta por los perfiles en redes sociales de las diferentes instituciones, ahora más que nunca nos damos cuenta de que es a los ayuntamientos donde acuden los vecinos, por lo menos en las poblaciones de menos de 50.000 habitantes, y es desde ahí desde el lugar del que deben partir las soluciones.

Necesitamos ramificar la asistencia de tal manera, que las administraciones mayores trabajen para hacer que esos consistorios no sean sólo el termómetro de la pura realizar, sino que además se conviertan en la jeringuilla con la que administrar el medicamento.

Ahora más que nunca no podemos tener los típicos errores de duplicar o triplicar funciones, porque sencillamente toca simplificar para ayudar a los ciudadanos, a las empresas, a los autónomos, y reorganizarnos de tal manera que por una vez en nuestra vida pensemos en la efectividad de los movimientos y no en el rédito inmediato que estos darán.

Necesitamos más que nunca gestores y no representantes, porque el día después del coronavirus nos va a dar muy poco margen de error, y el principal error sería creer que los modelos utilizamos hasta ahora nos van a servir para una realidad tan distinta como la que nos va a tocar vivir.

No gastes lágrimas hoy
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