jueves. 28.03.2024

Andalucía fracasa frente al Covid

 

 

Hemos fracasado estrepitosamente frente a la tarea de contener los rebrotes. Nos pongamos como nos pongamos, una vez que el Estado ha dejado a las comunidades la gestión autónoma de la crisis los datos están pasando de ser preocupantes a muy preocupantes, por lo que hay que entender dos cosas básicamente. La primera que no es fácil y la segunda que, como sociedad, somos muy cafres.

Lo fácil sería cargar en estas líneas sobre Moreno Bonilla como presidente de la Junta de Andalucía o su incapaz consejero de Salud, y se lo merecen, pero como ciudadano me importa bastante poco que estos criticasen a los otros por cómo lo hacían y que ellos ahora escurran el bulto porque no tienen ni pajolera idea de cómo hacerlo. Habría que exigirles mascarillas con la misma intensidad que ellos mismos las pedían gratis para todos y más ahora que serán del todo obligatorias, o que expliquen el extraño tráfico de pruebas de covid19 a las que sólo parecen tener acceso los VIP andaluces. Pero no es suficiente.

El fondo de la cuestión es que como sociedad hemos fracasado. No hemos sido capaces de inculcar a nuestros hijos la necesidad de unos mínimos de seguridad, como tampoco hemos sido capaces, en la inmensa mayoría de los casos, de aguantar un poquito mas.

Al final del camino tendremos que evaluar si ha servido para algo más que para aliviar la situación tanto ERTE, ayudas a autónomos y demás, cuando la verdad que hay tras muchas de esas ayudas es que la gente ha seguido trabajando en mayor o menor medida o que las reducciones de la jornada laboral para salvaguardar la salud de los trabajadores no han sido más que la cortina de humo de muchos para seguir manteniéndoles con la misma actividad pero el sueldo pagado a medias por el Estado.

Y es tanto culpa de las empresas como de los trabajadores que se haya defraudado en una situación de emergencia como ésta. Y es algo que sencillamente pagaremos entre todos, además de la parte de deuda que trasladaremos a una generación futura a la que no somos capaces de dar una salida hoy.

Las elecciones en el País Vasco y en Galicia nos han dado varios mensajes en este sentido y uno de ellos, quizás el más importante, es que España cambia y tenemos que entenderla desde un prisma diferente.

Hemos desterrado ese una grande y libre por “un maricón el último” que lejos de tener graves consecuencias, puede ser precisamente la salida a una crisis de identidad política que lleva a estas confusiones, desobediencias y fracasos. El término España se queda muy grande en un momento en el que parece que necesitamos porciones más pequeñas del pastel para hacer una digestión efectiva de los territorios. Dejar al Estado para aquello en lo que intervengan varias comunidades, y en manos de éstas lo que no tenga por qué trascender de sus fronteras. Llega un nuevo nacionalismo más práctico, menos ideológico, pero al fin y al cabo nacionalismo en el que caben las derechas e izquierdas, en el que a los políticos se les exige mucho más porque se les tiene más cerca.

Quizás sea otra consecuencia del Covid y del fracaso en la gestión andaluza de los rebrotes la definitiva aparición de un regionalismo andaluz que no hable de toros, flamenco o jabugo, sino de industria, defensa del territorio y equidad interregional.

Andalucía fracasa frente al Covid
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