jueves. 28.03.2024

Árboles y calor

El cambio climático ya está aquí y ha venido para quedarse. Alguien puede pensar que este artículo es oportunista, aprovechando las olas de calor que estamos padeciendo. Pero en mi descargo puedo decir que desde 2007 vengo escribiendo artículos en los que hablo de los árboles, de sus beneficios y ventajas, y también de las malas prácticas que en nuestra ciudad se hacían: podas extemporáneas, talado sistemático y otras tropelías.

La colocación de árboles en las calles debería ser una prioridad municipal. Hay que analizar la situación en cada caso, la posibilidad de ubicación, la orientación para conseguir mejor sombreo, el encaje con el mobiliario urbano, con el aparcamiento… Pero por ahora lo único que ha hecho la concejala es poner pegatinas en los alcorques vacíos, que por cierto son un montón. En dos palabras: “Puro Postureo”.

A pesar de resultar cansino voy a referir algunas de las ventajas que nos proporcionan los árboles. Si los dejamos crecer a su amor conseguimos en nuestras calles un bosque galería que da sombra en aceras y calzadas, evitando que el pavimento absorba el calor que luego devolverá por radiación, este fenómeno se conoce como “isla de calor”; tendremos una bajada de la temperatura ambiente de entre 5 a 7 grados; favorecen el anidamiento de aves, que son nuestros mejores aliados contra mosquitos e insectos; eliminan la contaminación atmosférica y disminuyen la contaminación acústica y, por si todo esto pareciera poco, humanizan el espacio urbano tamizando la dureza intrínseca de los edificios.

Si uno se pone a pensar un poco y analiza las soluciones tradicionales para producir sombra en calles estrechas o donde no es posible plantar árboles, encuentra ejemplos tan brillantes como éste de la zona de La Almedina, con una bóveda verde creada por una enredadera. Solución que vendía a complementar los entoldados.

En estos días hemos conocido la noticia sobre la climatización de los centros educativos. Nos vamos a gastar un dineral en maquinaria y en energía para bajar la temperatura de las aulas, teniendo a nuestros niños fresquitos, solución adecuada y necesaria para los tiempos que se avecinan. Pero esa medida sería mucho más efectiva si al mismo tiempo plantáramos vegetación en los patios y zonas libres alrededor de los edificios, que darían sombra y, al mismo tiempo, bajarían la temperatura exterior y la insolación sobre los edificios, provocando que los consumos energéticos para la climatización del interior disminuyan notablemente. Al mismo tiempo, esto permitiría que en los recreos nuestros niños pudieran salir fuera y estar protegidos de las altas temperaturas. Parece mentira que tengamos que explicar lo evidente y que los que dirigen la comunidad educativa no hayan pensado en una solución global planteándose solo la opción tecnológica, a la larga menos eficiente y más cara.

El cambio climático es una realidad que va a modificar  nuestra forma de vida. Esto nos obliga a redefinir nuestras ciudades y a adaptarlas a estas nuevas condiciones. En este sentido la implantación de vegetación en el espacio público es una necesidad que debemos acometer lo antes posible. Negar esta realidad y dejar las soluciones únicamente al uso de la tecnología es un error clamoroso.

Árboles y calor
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