jueves. 28.03.2024

Nuestra cumbre del clima

Esperanza Pérez Felices, alcaldesa de Níjar

Independientemente de los actores principales o protagonistas de la cumbre del clima que se desarrollada en Madrid, de ser conscientes o negacionistas de la crisis medioambiental, lo que si es un hecho irrefutable es que los más jóvenes están desarrollando una conciencia especial sobre el cuidado que merece el entorno, el espacio que compartimos y del que nos valemos para vivir. Podría, porque el papel lo soporta todo, hacer una enorme lista de cosas que me gustaría poner en marcha para mejorar de una manera u otra nuestras condiciones locales, las cosas que sin necesidad de fondos europeos ni grandes planes, podemos poner iniciar nosotros mismos para hacer movimientos efectivos en este campo, pero prefiero centrarme en una, solo una que les aseguro cambiaría la imagen de nuestro entorno, nos aportaría seguridad en el tejido económico y ayudaría a crear una mayor conexión y reconocimiento de nuestros clientes, ya lo sean del negocio agrícola o turístico.

Y me explico. Si miramos Níjar desde el aire, nos encontramos además de una tierra maravillosa, un territorio surcado por una enorme cantidad de ramblas y afluentes de éstas. No hace mucho se llevó a cabo un ambicioso plan de limpieza y adecuación de los cauces, pero la DANA del pasado mes de septiembre se llevó por delante no sólo los cultivos de buena parte de nuestros agricultores, sino que también borró del mapa buena parte de ese trabajo.

Esto no quiere decir que demos por perdido ese trabajo, sino que es una oportunidad para que, entre todos, podamos mantener lo poco que nos ha quedo mientras que desde el Ayuntamiento de Níjar buscamos los medios para ir mejorando poco a las condiciones de estos cauces.

La implicación que pido es muy sencilla. No sólo llamo a la colaboración de todos para que nadie arroje ningún tipo de desperdicio o residuo en estos lugares, sino que animo a que denuncien, a que nos comuniquen cualquier infracción en este sentido de la que sean testigos.

Cuando vemos un cauce hecho un desastre siempre miramos a los invernaderos como culpables de la situación, pero les aseguro que los frigoríficos, lavadoras y otros muchos desechos que encontramos no son de esa procedencia.

No busco a los culpables de lo ya hecho, sólo la colaboración para encontrar, identificar, a quienes empeoren la situación justo en un momento crítico, porque si el cauce está obstruido y vuelve a caer un aguacero, los lamentos serán mucho mayores.

Ahora bien. Si los cauces están limpios podremos controlar mejor las plagas de insectos, evitaremos los problemas que tienen algunas certificaciones medioambientales de los agricultores por los desajustes del entorno, y podremos utilizar estos recorridos como senderos en épocas sin amenaza de lluvias.

El beneficio que nos reporta una rambla limpia es inmensamente mayor a lo que podemos imaginar y si Níjar está de moda tenemos que aprovechar para mostrar, enseñar cada rincón de una tierra de la que sencillamente podemos sentirnos orgullosos.

Ningún otro territorio está dotado de tantas hectáreas de terreno protegido medioambientalmente como Níjar, y lejos de ser una barrera supone nuestro principal pasivo para el desarrollo del municipio. Es de ahí de donde vienen buena parte de nuestros ingresos y cuanto mejor seamos capaces de protegerlo más activos nos proporcionará.

Visto así podrán tacharme de que es una visión muy mercantilista de nuestro entorno, pero asumo el riesgo, porque mucho más peligroso sería mirar hacia otro lado y permitir que unos pocos hipotequen el futuro de esta tierra por usos y costumbre sencillamente incívicas.

Nuestra lucha por el medioambiente, la de Níjar, depende de nosotros mismos, de nuestro papel de voluntarios como protectores del territorio que nos permite tener este modelo de vida que para bien o para mal es el que tenemos, pero precisamente en Níjar, si miramos a nuestro alrededor, no tardamos en descubrir que hay personas de otros lugares en los que se vive muchísimo peor, tanto que para ellos éste en un paraíso que a muchos de aquí parece que les cuesta reconocer. 

Esperanza Pérez Felices, alcaldesa de Níjar

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