jueves. 28.03.2024

Vergüenza al cuadrado

Loly Cruz, periodista

Unas semanas he necesitado para asimilar y volver a coger ese cuaderno que compré en un puesto de uno de los mercadillos. Lo adquirí en uno donde la dependienta tenía cara de agrado, eso me supuso una nueva reflexión. Qué valor tiene la señora con lo que tiene encima y encima, con una sonrisa, pensé.

Último día en Jerusalén. Subimos unas cuantas escaleras de un edificio algo lujoso, si lo comparamos con los demás del terreno. Era normal, pero para ser de allí tenía algo de glamur. Segunda planta, allí nos recibe una chica muy maja. Por desgracia solo se trataba de la Secretaria del Consulado de España en Jerusalén, pues el que nos esperaba era otro. El señor aparentemente no sabía el motivo de nuestra visita, al menos eso nos trasladó. Aún me pregunto si estaba en modo bromista “on” o que realmente, el pobre hombre lo desconocía.

Yo iba con hambre y sueño. Era cansancio acumulado. Después de un par de horas, llegué a la conclusión de que para lo único que me había servido esa visita era para haberme tomado un café y comerme uno de los pastelitos de carne con los que nos recibió. Nos abre la puerta del despacho un hombre robusto y grande, físicamente. Dice ser alto cargo del Gobierno de España trasladado a Jerusalén. En cuanto comenzó a soltar, se me cortó de golpe las ganas de coger otro pastelito.

Con un señor es usted un irresponsable, lo corté. Se lo podía trasladar a su Gobierno, le insté. Aún hoy, se me quita el hambre cuando recuerdo sus palabras. Daba por hecho antes de llegar allí, que el ser uno de trasladados a Jerusalén suponía el estar sensibilizado con esta tierra, donde el pueblo Palestino es privado de sus derechos, obligado a desplazarse al lado de la pobreza y del hambre. Invitado con la fuerza y la violencia a desplazarse lejos de sus tierras, esas que le daban de comer, de sus viviendas, de los centros sanitarios y educativos, de sus familias... Personas llevadas a las cárceles israelíes sin causas ni porqués. Un pueblo asesinado en vida y también con la muerte. Un pueblo palestino que en definitiva, “vive para resistir”. Suponía que sería motivo suficiente para que este hombre, de representación pública, al menos estuviera sensibilizado e involucrado en la causa. Lo suponía, claro, antes de llegar allí. 

Nos contaba como el Gobierno de España está siguiendo las pautas que dicta la Proposición No de Ley. Éstas, en resumidas cuentas, se basan en que cuando intervenga la Unión Europea, como si esta comunidad no funcionara con la fuerza de los países que la integran, cuando lleguen a un acuerdo de negociación Israelíes y Palestinos y cuando se tranquilice algo la cosa, ya veremos cómo intervenir en la causa. Sí, señor… ¡con un par! Lo que ocurre en esta tierra, proseguía soltando, ocurre en más o menos medida en todos los territorios, pues “problemas de vecinos” hay en todos sitios. Sí, señor… ¡con otro par! Como podréis entender, es comprensible que ese bollo de carne se me atravesara.

Con el paso de los días he comprendido y he normalizado estas palabras soltadas al vacío. Desde mi punto de vista, soltadas al aire en un lujoso sillón desde el balcón, mientras se observa a lo lejos la barbarie. Si le sacan los ojos a los vecinos y vecinas que están dentro de nuestras fronteras, no podremos esperar que se centren algunos esfuerzos en conseguir el camino de paz en una tierra de fuera. Me pregunto si nuestro Gobierno es consciente de que se comenta que hay empresas españolas instaladas en territorios robados en Palestina, fomentando el enriquecimiento de los que se las apropian con armas de sangre. Aunque estoy segura, como siempre que tratamos temas chungos, que de esto nuestro Gobierno Central no tiene ni idea. Pobre ignorante que probablemente piensa que los ingresos proceden de Oriente conducidos por unos Reyes Magos y como transporte unos camellos.

Llegué conmocionada a España y me recibió Tejerina, mi Ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, diciéndome que haga la huelga feminista a la Japonesa, trabajando más horas para demostrar lo que valgo. El soponcio casi me remata. Pues sí, Ministra, trabajando el doble podremos hacer unos cuantos eurillos más para que el Central tenga más donde llevarse a modo de paga extra. Vergüenza al cuadrado, sentí.

Vergüenza al cuadrado
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