jueves. 25.04.2024

Una puerta de atrás europea

Javier Salvador, teleprensa.com

Quizás sea esta una de las anotaciones más arriesgadas que haré en vida a este cuaderno de bitácora, pero son más de dos mil quinientas las hechas en la etapa teleprensa, todas guardadas en el fondo de armario desde aquel ocho de enero de 2006 que lanzamos nuestro primer newsletter como periódico digital. Y esa recíproca capacidad de aguante me da derecho a decir lo que realmente pienso sin que me genere demasiada urticaria lo que puedan pensar los demás.

Si yo fuese Pedro Sánchez indultaba parcialmente a Oriol Junqueras de manera inmediata, antes de que nos veamos envueltos en un lío de competencias entre Tribunal Europeo y Tribunal Supremo. Vamos a ver, que nos han condenado, como también lo hicieron por no proporcionar a Arnaldo Otegi, ex HB y ahora Bildu, un proceso con todas las garantías. Quiere decir, que nos van a colgar el sambenito de que tenemos una aplicación muy particular de la justicia cuando se trata de crisis territoriales, soberanía y demás cuestiones que van directamente a los tribunales internacionales de derechos humanos.

Y lo voy a explicar de otra manera. Si sacamos el listado de los indultados en España, nos encontramos desde al general Armada, por el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, a políticos, banqueros y personajes de distinto pelaje. Y por encima de todo seamos sensatos. Tenemos en la cárcel a personas por haber declarado seis segundos de república independiente catalana. Vamos, que con inhabilitarles para cargo público de por vida ya hubiese sido suficiente, más rápido, barato y hasta se hubiese evitado el bochornoso espectáculo que estamos dando en Europa.

Y ahora podemos ponernos gallos diciendo que nos importa un carajo lo que digan o hagan de Pirineos hacia arriba, y que si hace falta nos hacemos un Spainexit, pero antes de vacilar del orgulloso tamaño de nuestra entrepierna patria, sopesemos lo que sería este país sin la pasta que recibimos de nuestros socios europeos en eso que llamamos fondos de cohesión. Y claro, hagamos números para dilucidar si seremos capaces de pagar la multa.

Estamos condenados a entendernos con Europa, a aceptar los pactos con ellos, que somos nosotros mismos, y que recogen nuestra propia constitución otorgando a esos tratados efecto directo y primacía. Y claro, en determinados temas judiciales son ellos quienes mandan, y no por jerarquía, sino por competencia.

Esto quiere decir que hay que encontrar una solución, una a una. Ahora la de Junqueras y progresivamente las que tengan que caer, pero precisamente esta sentencia es más una puerta trasera para una salida razonable del conflicto con Cataluña, que un problema al que vayamos a encontrar soluciones en las incendiarias declaraciones de los partidos de la oposición y sus medios de comunicación afines.

Tengamos claro que judicialmente se ha perdido esta batalla. Y lo único que he escuchado coherente en las últimas horas viene de la vicepresidenta Carmen Calvo, que podrá ser todo lo impresentable que quieran sus detractores, pero también es doctora en Derecho Constitucional. Y sencillamente ha dicho que es hora de devolver al terreno político los problemas políticos, porque la judicialización que puso en marcha el PP de todos estos asuntos tras asegurarse mayorías conservadoras en los órganos de decisión del Poder Judicial (y tengamos claro que en todo patio de vecinas hay ideologías) sólo nos ha traído confrontación, descrédito de los órganos judiciales ante la opinión pública y, ahora, un bochornazo internacional que nos pone a todos mirando hacia Pamplona.

Yo voto por la libertad para Junqueras, porque lo exige su inmunidad como Eurodiputado y por volver de una jodida vez a la coherencia.

Y ya le daremos a su debido tiempo las gracias al grandioso Mariano Rajoy por permitir que los suyos nos fabricasen como legado un mártir de la causa Catalana de proporciones impensables.

No tenemos aún ni puta idea del follón en el que nos hemos metido. Pero al mismo tiempo estemos agradecidos de que exista un poder judicial, sobre nuestro poder judicial, que le pueda poner líneas rojas cuando se pase de frenada. No es malo, no.

Una puerta de atrás europea
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