martes. 23.04.2024

No es un hecho que todos los niños sean ateos

José Luis Raya

Hace unas semanas una persona a la que quiero, me recomendó una publicación que titulaba “religión en la universidad” firmada por Doña Coral Bravo, y hubiera sido como de tantas otras que te recomiendan por whatsapp o facebook, si no fuese porque me la mandó con entusiasmo, el subtitulo era, cuando menos, agresivo, y que ojeandola observé que la autora era Filóloga.

El subtítulo, como digo, me dejó impresionado “Es un hecho que todos los niños son ateos, y que, si no se les inculcaran las ideas religiosas, siempre lo seguirían siendo”. Creo que la autora se debía referir a “agnóstico” (el que no sabe), más que a ateo (el que sabe, pero no cree en lo que sabe; no cree en dioses). Hecha esta apreciación que puede deberse a una mala traducción, porque la autora especifica que la frase la ha tomado de Ernestine L. Rose (estadounidense). Entiendo que si la autora hubiera traducido la frase como “Es un hecho que todos los niños son agnósticos, y que….” Pues tampoco estaría muy de acuerdo, porque ¡si los niños no saben y nadie les enseña!, ¿cómo han surgido las ideas religiosas?, ¡por generación espontánea!.

Estoy convencido de que la Sra. Bravo y la propia Ernestine estarían de acuerdo en que la “teoría de la evolución” explica la existencia del hombre actual, y lo cierto es que la mayoría de los seres humanos profesan una fe, unas creencias; por lo que en algún momento de nuestra evolución hubo un “cambio” (un gen que mutó, una recombinación especial) por el que un niño adquirió la particularidad de “tener fe”, y que “por selección natural” la idea religiosa se afianzará en la población, porque a todo aquel que tuviera esta mutación, le hizo menos propenso a la desaparición, es decir, mejoró en términos de supervivencia. Aunque solo fuese por el respeto que sienten por Richar Darwin, deberían ser más cautas a la hora de valorar la evolución humana y sus atributos, y evitar juicios sumarísimos.

Pasado el trance del subtítulo, continúa el artículo afirmando “Durante casi los más de veinte siglos de su existencia el cristianismo ha ostentado y ha hecho suyo el monopolio de la enseñanza, de la cultura y de la educación”. A esto he de decir que se referirá en el mundo occidental, en oriente la cosa, estará de acuerdo la señora Bravo, era distinta; aunque, quizás, podíamos decir que gracias a las instituciones eclesiasticas, caído el imperio romano, no se perdió definitivamente todo el saber antiguo occidental; gracias a los monasterios se pudo conservar parte del saber Clásico. Los textos greco-romanos se conservaron, en buena parte, gracias a los monasterios (podrían haberse conservado de otra forma, pero dado que roma, “la pérfida roma”, sucumbió ante las hordas Bárbaras o libertadoras, no me imagino de qué otra forma podría haberlo hecho). Es pues que, en parte a los monasterios se debe que durante la edad media no se perdiera el saber grecorromano y que hoy tengamos textos de Platón, de Aristóteles, … ,

Pero Dña Coral no acaba aquí con una visión sectaria de la realidad histórica, y atribuye la quema de libros a los cristianos como si el padre nuestro incluyera en el mandamiento numero 11 "quemaras los libros por los siglos de los siglos".  Y no es que los cristianos no quemaran libros brujas o sinagogas, pero, sobre esta cuestión, quizá, lo más coherente seria haber indicado que el saber clásico se perdió por la iglesia de Roma y se salvó por ella, es lo que Tom Morris llama “el doble poder” (algo que puede hacer mucho bien, también hace puede hacer mucho mal).

En cualquier caso, la autora podía referirse a los Judíos, a los que pareció no importar mucho el salvamento de la cultura grecolatina, aunque he de decir en su favor que enseñaban a niños y niñas a leer; o podría haberse referido a los Musulmanes a quienes se atribuye el fin último de la biblioteca de Alejandría. Aunque lo cierto es que la autora obvia la historia de la región y afirma con mucho gracejo “la Biblioteca de Alejandría entera fue saqueada y quemada por los cristianos en siglo IV”, olvidando, que la primera referencia a su quema aparece en el año 47 a C. , que Julio Cesar se defendió entre sus muros, que Diocleciano, en el siglo IV quemó los libros sobre alquimia y ciencias herméticas por motivos económicos, que en el año 365 se produjo un devastador terremoto que enterró un tercio de la antigua ciudad, incluido el lugar donde supuestamente estaba la biblioteca, o que en el año 640, entre otras, un ejército musulmán comandado por Amr ibn al-As cumpliendo una orden del califa Omar destruyó lo que quedaba.; pero eso es historia y ciencia y ¡a quién puede interesar la historia o la ciencia!.

Pero si esto no hubiera suficiente, la autora establece que “en los países realmente democráticos la religión está fuera de la Educación pública, cuya obligación es ser ideológicamente aséptica” . A este respecto primero habría que definir que son países realmente democráticos, más tarde determinar si en estos la educación religiosa está fuera de los colegios públicos (de la financiación publica), y en tercer lugar si la“educación es ideológicamente aséptica o debería serlo.

En cuanto a ¿Qué países son realmente democráticos?, aunque la autora quizá no esté de acuerdo, creo que lo lógico sería irnos al índice de democracia publicado por la revista The Economist, que aunque no sea de su entera convicción, sitúa a Canadá, Suecia (quizá este deberíamos quitarlo, porque ha puesto la “mili” obligatoria), Noruega y Australia con el índice democrático más alto. Por tanto, si estamos de acuerdo en que si estos países son realmente democráticos, esto es lo que ocurre en sus sistemas educativos:

En Canadá, algunas provincias financian con fondos públicos las escuelas de algunas religiones.

En Australia el gobierno permite la educación religiosa en las escuelas públicas, impartida generalmente por voluntarios que utilizan los planes de estudios aprobados, con la opción de los padres a que sus hijos no asistan.

En Suecia las escuelas públicas no ofrecen religión, las privadas sí aunque estas son financiadas con fondos públicos.

En Noruega, tanto en las públicas como en las privadas se ofrece enseñanza religiosa.

(no soy experto, pero una búsqueda en la red, me ha dado estas sentencias)

Así que sólo nos queda determinar si “la educación es realmente aséptica”, o mejor preguntarnos .-¿a de ser aséptica?. Yo creo que no, la educación ha de ser plural “teme al hombre de un solo libro” Tomás de Aquino (filósofo y santo por la iglesia católica); ha de enseñar conocimientos “El conocimiento es a la verdad como un mapa al terreno que representa” T.Morris; a de procurar la felicidad para quien la recibe, en tanto “la felicidad no es una estación a la que se llega, sino una manera de viajar” M.L. Runbeck; y ha de contemplar que todos somos diferentes, que hay que personalizarla “sólo estoy bien conmigo mismo cuánto tengo un cincel en la mano” Miguel Angel. Es más, no creo que deba ser aséptica porque en biología, un medio aséptico se contamina muy fácilmente, decía el gran Aristoteles “la naturaleza, aborrece el vacío”.

Tan solo me queda indicar que la Universidad ha de ser un espacio crítico, libre de imposiciones o dogmatismos y por eso en ella debe estar todo el saber: el divino y el humano, expresados con libertad y tolerancia, la verdad no la tienen ni los ateos ni los cristianos lo mismo que no la tienen los de la escuela de Chicago o los Keinesianistas, ni los Platónicos o los Aristotélicos; el conocimiento no deja de ser un conjunto de planos que nos permiten entrever la realidad del territorio que representan y que por tanto al alumno hay que dar mapas para que el forje la realidad de su mundo, para que encuentre la verdad de su momento y su cultura. La educación no esta para dar la verdad "teme más al sabio q dice tener la verdad que al tirano más sanguinario", la educación está para dar conocimiento y en última instancia q el alumno sea escéptico de tu verdad, sea cual fuere.

Quizá la escritura de este articulo devenga de la tolerancia que a la autora le falta para entender que su ateísmo es una forma de agnosticismo “de no saber” y quiere que el resto de ciudadanos “no sepa” aunque este principio sea contrario a la educación y a la universidad que parece quiere defender, quizá porque en su dogmatismo (pareceme que su ateísmo tiene dogma), ha olvidado que como decía MamaLola (mi abuela) “hay cariños que matan”.

No es un hecho que todos los niños sean ateos
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