viernes. 19.04.2024

Juventud no es un idioma diferente

María López Cervantes, alcaldesa de Garrucha

Me aterra que realmente no seamos capaces de ver o entender que los cambios tecnológicos, y con ellos los nuevos modelos de comunicación con que contamos, han generado una sociedad en la que se hablan dos idiomas distintos, dos formas de expresión en las que se cuentan las cosas de manera diferente y por medios que sencillamente no existían hace veinte años. Me asusta muchísimo que no veamos la edad de aquellos que han sido condenados por escribir un tuit o una canción desde un sencillo instinto de crítica, inconformista y hasta en ocasiones desaforado, pero sobre todo que no seamos capaces de interpretar o poner en contexto cada una de esas expresiones que han llevado hasta sentencias condenatorias que, sencillamente, nos dejan en muy mal lugar a todos. Y lo peor aún, esas acciones de la justicia abren aún más esa brecha en esta sociedad que habla dos idiomas distintos, porque si para unos la comunicación en redes sociales ocupa sólo un 20% de nuestro tiempo, en el suyo esa tendencia se invierte hasta el 80%.


Les cuento esto porque hace unas semanas comencé a tener reuniones con unos chavales de Garrucha a los que les prometí que este ayuntamiento acometería la obra que más nos demandaban, nada menos que un skate park. Para que nos entendamos todos un parque de patinaje donde poder practicar con sus tablas, patines y demás enseres. Puede parecer un asunto baladí, pero les aseguro que no tiene nada de sencillo porque no suele ser una de esas cosas de las que nos ocupemos con frecuencia, y me refiero a las necesidades, anhelos y preferencias de nuestros jóvenes. Nos basta normalmente con pensar que su obligación es estudiar, no llegar demasiado tarde y que sean respetuosos con los demás, y al final cuando rascamos un poco nos llegan las sorpresas a modo de estudios sociológicos. Esos que nos cuentan a qué edad empiezan a fumar, beber o qué opinan de una u otra cosa.


Pues bien, les puedo asegurar que en estos años de alcaldesa de Garrucha la oportunidad de trabajar con chavales que seguían un ideal que querían convertir en realidad ha sido uno de los momentos más gratificantes, y a ratos divertidos, de esta etapa de mi vida como primera edil. Tienen claro lo que quieren, se involucran más que los adultos en el trabajo efectivo para conseguir el objetivo y no se centran únicamente en decir queremos esto o lo otro y es tu responsabilidad como ayuntamiento concederlo, sino que se ponen al frente de los equipos de trabajo para garantizarse que lo que se haga sea lo más exacto posible al ideal perseguido.


Garrucha tendrá ese skate park, pero la gente no sabrá que bajo esas piezas de hormigón se enterrarán semanas de trabajo común, horas y horas de reuniones, y muchas más horas aún de documentación para reforzar sus propuestas hasta llegar a un modelo final. Del respeto demostrado a todos, del cuidado puesto en el diseño para que sea un espacio en el que puedan participar todos, de todas las edades, prefiero no hablarles porque podría contar tantos episodios que terminarían prohibiéndome hacer este tipo de columnas de opinión.
Obviamente mi interés, además de cumplir esa promesa dada, no era otro que evitar el deterioro en otros parques en los que habitualmente practicaban. De hecho no hemos empezado la recuperación de esos espacios hasta no tener en marcha las obras del mencionado skate park.


Con todo ello sólo quiero contarles que cuando se les deja hablar, cuando se les invita a participar y sabiendo encajar en el contexto adecuado sus mensajes, las distancias se achican y las diferencias de idioma casi desaparecen. Para mi ha sido importante este episodio porque en vez de encontrarme sólo con una crítica por algo que no se hace, como me ocurre en muchos de los casos con los que lidiamos en el día a día de una alcaldía, nos encontramos con una queja, acompañada de un propuesta y trabajo conjunto en el diseño de la solución, y lo más importante aún, una forma de dar satisfacción a unos chavales que tienen en el deporte su principal forma de expresión. Y sí digo deporte, porque estamos acostumbrados a que si hablamos de actividades deportivas éstas no pasen de los estándares habituales, pero hasta eso ha cambiado radicalmente, tanto como el uso que hacemos de los teléfonos, con los que antes sólo hablábamos y en los que ahora más que nada escribimos.

Juventud no es un idioma diferente
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