viernes. 29.03.2024

Cuando competir no es la cuestión

Sensi Marcos, concejal de IU en Roquetas de Mar

Soy mujer, y me encanta. Me gusta recorrer el camino junto a otras mujeres y por supuesto, junto a nuestros compañeros los hombres. El camino a veces se complica para todos, aunque para las mujeres está más sujeto a la renuncia, y sobre todo al sobreesfuerzo si queremos llegar juntos. Donde ellos aprueban una vez, nosotras tenemos que aprobar dos. Pareciera que es una carrera amañada en la que nosotras, demasiado a menudo, nos perdemos por el camino. Pues bien, ni nos perdemos, ni queremos competir con ellos. Solamente queremos poder disfrutar del camino sin renunciar a la meta, es decir, en igualdad de condiciones.


El  pasado 22 de febrero fue el día internacionalmente elegido para denunciar la brecha salarial. Es por esto que quiero recordar, para todos aquellos que la niegan, que su existencia es muy real. Que entre las cargas que la sociedad impone a las mujeres está la de una menor recompensa por nuestro trabajo al final del camino. No nos gusta esta competición, primero porque no es nuestra y segundo porque es totalmente injusta.
No se trata de que tengamos el mismo salario en la misma empresa, en el mismo puesto y con la misma categoría profesional. No es eso. Son todas esas otras circunstancias que hacen que la ganancia final sea menor. Aquí se tendrán que esforzar un poco más aquellos que, aún teniéndolo delante, no lo ven.


Para empezar, aunque los hijos sean también de ellos, todo lo que tiene que ver con el embarazo nos hace perder salario. La incapacidad temporal por contingencias comunes derivadas del embarazo nos hará cobrar menos que nuestros compañeros progenitores por las bajas que se deriven del mismo. Tampoco ellos, los progenitores,  serán despedidos sin alegar motivos durante los periodos de prueba, algunos bastante largos, por embarazo o maternidad.


¿Por qué más del 90% de personas que piden reducción de jornada con pérdida proporcional de masa salarial son mujeres? ¿Por qué solicitan más mujeres que hombres excedencias con pérdida del 100% del salario?  El cuidado y la crianza de los hijos e hijas es cosa de dos, pero ahí tanto la mentalidad de las personas, como las leyes tienen que cambiar  para que el disfrute de los derechos de conciliación de la vida laboral, personal y familiar contemplen también a los hombres progenitores. Todo esto hace perder a las mujeres,  no solo oportunidades de promoción profesional y con ello incremento salarial, sino que al final nuestras pensiones se ven reducidas sustancialmente.


Corremos, pero no llegamos. ¿Por qué se gradúan, por ejemplo, más mujeres en Derecho en la Universidad, pero hay menos en las Audiencias Provinciales, Tribunales Superiores de Justicia, etc.? ¿Por qué nosotras cobramos en menor medida, pluses salariales como nocturnidad, turnicidad, peligrosidad, penosidad, disponibilidad, antigüedad, etc.? Se olvidan de que trabajos como el de las limpiadoras de aseos en lugares públicos son labores penosas, y a menudo peligrosas, pero ellas no cobran esos pluses. La feminización de muchas categorías profesionales es un hecho que va emparejado a la precarización de las mismas.


Todos sabemos quién se ocupa en mayor medida de los trabajos del hogar y de las personas dependientes de la familia. Nuestra disponibilidad es para con estas labores, las no remuneradas, las que nunca cotizan a la Seguridad Social. Históricamente ha sido así, pero va siendo tiempo de hacer cambios. Las mujeres nos hemos incorporado al mundo del trabajo no solo por necesidad, sino por ganar nuestra parcela de independencia. Ahora son nuestros compañeros los que tienen que asumir la corresponsabilidad en las tareas y necesidades del hogar. También la sociedad debe trabajar en ese sentido con espacios, leyes y currículos escolares nuevos que propicien un cambio de mentalidad y equiparen las tareas realizadas.

El camino, con sus altos y bajos, se recorre mejor cuando todos marchamos juntos, codo con codo, y la recompensa además de justa es más gratificante cuando se comparte igualitariamente.

Cuando competir no es la cuestión
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