viernes. 19.04.2024

Javier Salvador, teleprensa.com

En el año 2015 ya circulaban memes, fotomontajes irónicos, sobre las inundaciones en el paso subterráneo de la Avenida del Mediterráneo. Un tipo con una caña de pescar aprovechaba el mar en el que se había convertido la vía. Y nos hizo gracia.

Cada vez que ha llovido de manera torrencial ese efecto se ha reproducido y, constantemente, se ha dicho de una u otra manera que la solución estaba en camino. Obviamente, si no se arregla con cualquier sistema de bombeo, conexiones, barreras que prohíban el paso y cosas por el estilo, con unos conos y señales luminosas de “vía cortada” debe ser suficiente desde el momento en el que se anuncien las lluvias, sin esperar a que empiece a caer una tromba que ya estaba anunciada desde hacía días.

Con una “Dana”, -no entiendo esta manía de poner un nombre nuevo a cada fenómeno-, cuyos efectos estábamos viendo durante toda la jornada en redes sociales, medios digitales y televisión, parece un poco temerario no haber tomado medidas severas para esos puntos críticos que ya son estándares en los días de lluvia. Medidas que deberían tomarse desde el mismo momento en el que aparece la alerta para, sencillamente, curarse en salud.

Ahora no se trata de averiguar si el fallecido por ahogamiento en el paso subterráneo de la Avenida del Mediterráneo de Almería fue un imprudente o no, sino de saber por qué el Ayuntamiento no ha hecho nada al respecto desde la primera inundación.

En estos momentos, por muchas muestras de dolor público que puedan mostrarse, poco consuelo puede darse a una familia víctima de una situación que tenía solución, que había sido anunciada y que corresponde única y exclusivamente al Ayuntamiento de la ciudad dar una solución.

Si lamentable es que el suceso que deje un muerto por ahogamiento en pleno centro de la capital, chirría cuando menos esa insistencia en que todos nos enteremos de que la víctima era de raza negra, un inmigrante africano, como si eso quitase hierro al asunto.

Nos guste o no, es bien cierto que generalmente parece importar menos la muerte si el color de la piel es distinto, y más lamentable aún es querer saber si estaba legal o ilegalmente en el país, en vez de preguntar si alguien ha asumido su responsabilidad y ha dimitido.

Obviamente si España no es país de dimisiones o ceses por incompetencia manifiesta, Almería no se va a quedar a la zaga, aun afrontando en sus conciencias el coste de una vida humana.

La política puede parecer divertida, gratificante para el ego de la persona, pero el Ayuntamiento de una ciudad, de una capital de provincia, no puede ser un juguete en manos de niños. Y no puede serlo porque, sencillamente, cada uno de los que pagamos impuestos en la ciudad somos responsables subsidiarios de cada cagada cometida.

El caso del fallecido en el paso subterráneo inundable de la Avenida del Mediterráneo es una bicoca para cualquier abogado que quiera hacer sangre con la administración pública. Si este suceso cae en manos del mismo tipo que gestionó el rechazo a las expropiaciones del Paseo Marítimo y los demandantes tuviesen el mismo tiempo, recursos y paciencia, Almería se enfrentaría a otra indemnización multimillonaria.

El caso del Paseo Marítimo ha supuesto una pérdida de más de 20 millones de euros para las arcas municipales, y ahora habrá que ver si la oposición hace su tarea y nos enteramos de lo cuesta este nuevo pleito y qué responsabilidades políticas se van a exigir.

 

Una desgraciada muerte anunciada
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