viernes. 19.04.2024

Javier Salvador, teleprensa.com

Para el gran público el denominado caso tres reyes no supone nada, ni les importa, ni les interesa y ni tan siquiera ha ocupado una mínima parte de su atención, pero para la zona más oscura de la sociedad almeriense, esa que repugna por su constante pugna por el poder en las instituciones, en las decisiones urbanísticas y en las grandes operaciones de dinero que se mueven en esta provincia, era una vendetta personal contra el cuello de botella que siempre se encontraban a mitad de camino. El objetivo de la operación era claro, la figura de un Abogado del Estado que lleva tanto tiempo en Almería que conocía perfectamente los entresijos de unos y otros, las verdaderas intenciones de éstos desde el primer papel que moviesen y que por mero procedimiento tenía que pasar por sus manos. El caso tres reyes, en un mini resumen práctico podemos definirlo como una estafa a unos pobres desgraciados del poniente almeriense con dinero, con mucho dinero de la agricultura, y pretensiones de ser alguien en esos círculos de poder. Vamos a ver, que los muy capullos compraron palets de dinares iraquíes, del régimen de Sadam Husein, creyendo que iban romper el mercado mundial de divisas. Que manda huevos.

En todo eso aparece la figura de Demetrio Carmona un tipo súper educado, experto en derecho como pocos abogados del Estado, de los de oposición a la antigua, de esos que aprobaban o se quedaban sonados para toda la vida. Alto, con dinero, elegante, educado y tan estirado que sinceramente parece que le implantaron un palo de escoba en la columna vertebral, que es como se dice educadamente eso de que debió trabajarse un sable.

Carmona, al que conozco de trato como periodista que ha hecho muchas horas de tribunales, tiene como presunto defecto que habla con todo el mundo, que deja que cualquiera se siente a su mesa de comida, café o copa. Seguro que muchos han utilizado en su beneficio alguna información que se le pudiese escapar y ahí es donde está el problema, que no gusta la gente que reparte juego entre extraños cuando en esta Almería nuestra siempre se ha querido mantener todo lo importante entre tres familias, cuatro políticos y de vez en cuando algún allegado al que le han dejados migajas bien desde alcaldías, diputación o instituciones de peso. Migajas que dicho sea de paso ya las quisiéramos el resto para nuestros niños.

Si buscan un poco en las hemerotecas, en internet, verán que en cada información publicada sobre el caso en los medios afines a los conservadores, al PP de Gabriel Amat, a los lobbies que controlan Ramón Fernández Pacheco y alguno otro, nunca se ha dado el nombre completo de todos los implicados, siempre iniciales salvo en el caso de Demetrio Carmona, de quien sólo ha faltado desvelar la talla de su ropa interior. Y eso, en radios y periódicos no es una causalidad. Se ha incidido en todo lo relacionado con Carmona, salvo en un aspecto, su parentesco directo y familiar con el actual alcalde la ciudad, lo que dice mucho de quiénes andaban a la caza del abogado del Estado. Y eso tampoco es casualidad.

Desde el año 2006 los ataques han sido tan violentos que hasta fue cesado en sus funciones, apartado del ejercicio como funcionario público, pero ahora ha sido absuelto de todos los cargos por un tribunal profesional.

¿Y ahora qué? Pues sencillamente no me gustaría estar en el pellejo de quienes han aprovechado la barra libre que otros pusieron a su alcance, porque alguien con tiempo, recursos y conocimiento es, sencillamente, el peor enemigo que te puedes encontrar si el vilipendiado quiere venganza.

Y esa es la pregunta principal ¿habrá venganza? Yo sinceramente creo que no, y ese será su segundo presunto gran error.

El caso Demetrio Carmona
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