jueves. 25.04.2024

Tal vez, por fin, seis millones de parados sean un buen motivo para poner de acuerdo a las fuerzas políticas, económicas y sociales de este país y buscar de una vez una solución al principal problema de España que no es otro que el desempleo, amén de esta clase que, en general, está al frente de las instituciones y demuestra en su día a día tener muy poca conciencia colectiva y a la que sólo se le escucha un 'sálvese quien pueda'.

Cada vez son más las voces que claman por sentarse a hablar y, sobre todo, a tomar decisiones que permitan abrir un horizonte de esperanza en el corto plazo. Si algo se puede lamentar de esta falta de diálogo y este querer aferrarse a la mayoría para no tener que contar con nadie a la hora de poner en marcha unas políticas que afectan a todos, -también a los que no votaron y a quienes lo hicieron en contra del partido que finalmente gobierna-, es el daño que hace al concepto Estado y la debilidad que imprime a España frente a Europa.

Si algo tenían que haber hecho los políticos españoles viendo los derroteros por los que discurría la crisis es haber buscado la unidad interna antes de salir fuera y otear posibles apoyos. La crisis está revelando que cada país la está sufriendo pero de forma muy distinta y eso mismo es lo que hace pensar que las soluciones que puedan necesitar unos pueden ser hasta contraproducentes para otros, con lo que cada cual está tirando para su lado como puede si bien condicionado por este paraguas común que, entre otras, nos obliga a mantener la misma moneda.

No se puede esperar más. Ni siquiera hay tiempo para hacer más llamadas de atención a unos y otros. La mesa de reunión se tiene que convocar y además en el primer encuentro se tiene que llegar ya a acuerdos. Tampoco estamos para eternizarnos en procesos, hay que echar no a andar sino a correr. Tenemos ya la soga al cuello.

Unidad para echar a correr
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