El Consejo de Gobierno ha dado los primeros pasos para la elaboración del anteproyecto de Ley de Transparencia Pública de Andalucía. Este asunto, como el de la corrupción, es de Perogrullo. Es decir, parece que pillar a alguien con la mano en la saca pública no necesita de un marco diferente al que se puede aplicar a cualquier delincuente, si acaso habría que enmendarlo con el agravante de alevosía dada la traición de confianza que supone para la ciudadanía el que un representante público elegido por los ciudadanos aproveche esta condición para engañarnos a todos.
Lo mismo sucede con la transparencia. Por definición, lo público pertenece al pueblo y como tal debe ser conocido por éste. En un sistema democrático no viciado, como al parecer es el que tenemos, no habría que perder el tiempo en generar toda una legislación sobre este asunto, empezando por la definición del concepto, y si acaso encarrilar o poner los medios para que el acceso a esa información a la que todos tienen derecho no quede limitada por falta de recursos.
Pero es curioso que hasta los propios grupos políticos, quienes más y mejor conocen las instituciones porque en ocasiones hasta las han administrado, son los primeros en quejarse de la opacidad del gobierno de turno a la hora de ofrecer una información demandada.
En Almería hemos tenido casos flagrantes de retroceso, como sucedió en Diputación nada más ascender el PP que eliminó de la misma la retransmisión de las ruedas de prensa a través de la radio provincial. También se han dado ocurrencias singulares como la de la alcaldesa de Mojácar que se negaba a continuar con un Pleno si le grababan, como si la cámara estuviera invadiendo su intimidad durante un acto público.
Resulta tan ridículo, pero no por ello menos real, que hoy toca aplaudir la iniciativa de avanzar en una ley de transparencia que va a obligar a las administraciones a colgar en sus páginas webs la información pública, incluidos los plenos. Y es que en la era de las nuevas tecnologías, la administración que no informa es porque algo tiene que ocultar.
