Todo apunta a que en el Partido Popular de Almería no se quitan a Gabriel Amat como presidente de la formación ni con agua hirviendo. En este partido nadie se mueve ni levanta la voz mientras esté al frente del mismo Amat. Aunque no ha querido hablar mucho, ya ha abierto la boca para callar a todos y que a nadie se le ocurra deslizar intención alguna sobre encabezar ninguna lista. El PP de Almería es lo que Amat diga y ya ha dejado claro que en esta provincia no es que vaya a haber una candidatura de consenso es que sólo va a salir la candidatura que él proponga y además, cuando él crea que es el momento. Y a nadie se le va a ocurrir contradecirle. No sólo aquí, tampoco desde el regional.
Pero ha dicho algo más. Se ha mostrado orgulloso de su “gestión”, de esa que, según él se basa en la “unidad” y que además dura ya dieciséis años, los mismos que él lleva al frente del partido. Así que todo apunta a que no tiene ninguna intención de dar el relevo a nadie. Mucho menos aún de abrir un debate que permita una pugna por el liderazgo del partido.
No digo que su fórmula no haya dado resultados electorales al PP en Almería, es obvio que sí, pero es difícil no cuestionar un partido con tan poca esencia democrática.
Amat se equivoca, el suyo no es un partido de unidad, la suya es una fórmula autoritaria que asfixia la siempre saludable capacidad de discrepar. Que él, procedente de otras épocas, imponga este modelo autoritario no llama tanto la atención como descubrir que a esa actitud nadie le va a hacer frente.
