jueves. 28.03.2024

Aunque a estas alturas deberíamos de estar “curados de espanto”, no deja de sorprender la manera que la presidenta de la Comunidad de Madrid tiene de llamar la atención día sí día también. El 8M, que ya es un clásico como escenario de disputas, esta ocasión no lo ha sido por si convendría o no manifestarse, si es foco o no de ‘contagios’, algo  se ha dicho al respecto pero sin demasiado énfasis. El ‘escándalo’ se ha originado por la negativa del Gobierno de Ayuso a que la ministra de Igualdad, de Podemos, Irene Montero, participe en un acto de un instituto. Aunque la Consejería de Educación ha recubierto las razones con “cuestiones técnicas”, lo cierto es que la propia presidenta regional, la popular Isabel Díaz Ayuso, ha defendido que se impidió el acto porque considera que “los padres no quieren ver a la ministra adoctrinando a sus hijos en clase”. Y se ha quedado tan a gusto.

Al parecer la iniciativa era del propio instituto, pero al margen de ello, siguiendo esta línea argumental, ningún político debería participar jamás en ningún centro educativo, es más, debería prohibirse por decreto que esto pueda suceder. Se acabaron las charletas de alcaldes, consejeros o presidente autonómico por el Día de Andalucía, el Día de la Constitución o cualquier otra celebración a la que pueda darse interpretaciones políticas, en realidad, todo en la vida. Que salgan de los centros educativos. Fuera los políticos de las aulas, que no acudan ni de visita. Que se alejen si cabe un poquito más de la realidad y de paso a ver si conseguimos distanciarnos todos tanto unos de otros que así podamos justificar mejor el rechazo que el ciudadano tiene hacia la clase política.

Los políticos, fuera de los institutos