jueves. 28.03.2024

La mascarilla es obligatoria. El Gobierno no ha dicho que no lo sea, sólo que ésta no es necesaria  mientras se cumplan las distancias de seguridad, esas de más de metro y medio entre personas no convivientes cuando estamos en la calle. Pero eso, a estas alturas de pandemia creo que todos lo sabemos.

En estos momentos, todos somos conscientes de que la mejor forma de prevenir contagios es no mezclarnos mucho y por ello las aglomeraciones o los espacios reducidos en los que confluyamos mucha gente no son nada recomendables. De la misma manera que a todas luces es ridículo llevar puesta la mascarilla para pasear por una calle en la que no transita nadie.

Llegados a este punto creo que es más que necesario empezar a dejar a la gente que discurra por la vida y actúe en consecuencia. Creo que muchos hemos lamentado las restricciones a la libertad que hemos sufrido como consecuencia de la pandemia y particularmente agradezco sentir que recupero parte de mi autonomía para ir y venir, aunque soy consciente de la situación y trato  de evitar contextos desfavorables.

Uno empieza a estar más que cansado de escuchar al político de turno echarse flores cuando los contagios se reducen al mínimo y lanzar proclamas de “Almería segura” para atraer el turismo, que venga gente y se genere actividad económica y cuando la curva crece, lamentar que no tengamos toque de queda o que la mascarilla no sea obligatoria en todo lugar y condición.

Tal vez en lugar de hacer tanta campaña de “destino seguro”, cuando nadie tiene el poder de controlar la situación, deberían esmerarse un poco más en concienciar a la población y ayudarla a madurar y a ser responsable de sus actos porque la libertad individual es un derecho que no se puede conculcar sólo porque tengamos ineptos al frente de los gobiernos. Así no extraña que los tribunales de justicia acaben por no darles la razón ni complacerles en sus peticiones.

La mascarilla es obligatoria