viernes. 29.03.2024

Elena Torres, teleprensa.com Almería

En mala hora surgieron nuevas fuerzas para acabar con los dispendios y despropósitos de los gobernantes. Siempre he creído que éste es un país plural con demasiados recovecos como para reducir todo su pensamiento en dos únicas ideas contrapuestas, pero vista la ineficiencia de una Cámara plagada de siglas que a la postre únicamente obedecen a intereses de egos maleducados y caprichosos, una se tiene que bajar de la nube y reconocer que esto es un gran fracaso. Ahora los despropósitos no proceden de dos fuerzas políticas sino de cinco, cuando no más, con lo que el hartazgo del votante se ha multiplicado lejos de rebajarse como inocentemente algunos creímos que podría suceder al escuchar aquellos bonitos discursos en plena ebullición de la corrupción. 

Lo terrible de todo es que no parece que cause desolación en nuestros políticos comprobar su incapacidad para acercar posturas. No sólo no les deprime ni les impulsa a dejar su cargo para que entre otro con más talento sino que pretenden cargar sobre el ciudadano la solución al problema que ellos mismos han generado. 

Volver al escenario de una nueva convocatoria electoral es sencillamente inconcebible en una democracia con un recorrido de cuarenta años que ha tenido que sortear situaciones mucho más complejas que la actual. Desgraciadamente lo que ahora sucede tiene que ver más con los perfiles de quienes están al frente de los partidos que con problemas de Estado. Los ciudadanos ya hemos hecho nuestro trabajo, por triplicado, y si hay que repetir elecciones deberíamos exigir, como poco, que se renueven los cabezas de lista porque los actuales han fracasado estrepitosamente. Y de regeneración… nada de nada.

Maldita regeneración