jueves. 25.04.2024

Preparación de la obra para su traslado

OLULA DEL RÍO.- Desde ayer, martes 14 de mayo, los visitantes al Museo Ibáñez de Olula del Río (Almería) notarán que en su sala número 12 –dedicada a la pintura y escultura española entre 1850 y 1940– falta una de las obras maestras que forman parte de la colección permanente de la institución: el Retrato de Monsieur Banchy, de Zuloaga.
Una obra que ya viaja hasta Bilbao, donde formará parte de la magna antológica “Ignacio Zuloaga (1870-1945)” que el Museo de Bellas Artes de Bilbao ha programado del 28 de mayo al 20 de octubre de este año, y que en la mañana de ayer era retirada y embalada por los operarios de la empresa de transportes SIT para trasladarla, con todo tipo de garantías, hasta la institución que actualmente dirige Miguel Zugaza, anterior director del Museo del Prado.


Obra realizada en París en los meses finales de 1894 –año del que son muy escasas las pinturas conocidas del pintor vasco–, en el Retrato de Monsieur Banchy nos presenta Zuloaga a un personaje de gesto taciturno, mirada perdida y pose desenfada. Un amigo –como reza la dedicatoria del cuadro, «a mon ami Banchy»– capturado en un momento íntimo compartido con el pintor, probablemente, en un café parisino cuyos muebles sirvieron de fondo al retratado.


La obra perteneciente a los fondos permanentes del Museo Ibáñez no aparece catalogada en el estudio razonado de la obra de Zuloaga que en 1972 publicase Enrique Lafuente Ferrari ni en ningún otro estudio posterior, lo que concede a la pieza singular importancia. Relevancia que ahora refrenda el hecho de que este retrato, que ya estuvo expuesto antes en el Museo de Arte doña Pakyta como “Obra invitada” a finales de 2015, se haya incluido en la gran antológica que el Museo de Bellas Artes de Bilbao dedicará a Zuloaga. Una exposición que, según señalasen los responsables de la pinacoteca en su presentación, será la más grande en los últimos veinte años dedicada en exclusiva a la obra de este autor, que expuso en numerosas ciudades europeas y Nueva York, lo que le reportó una considerable resonancia internacional.


En esta ocasión, el óleo que se expone en el Museo Ibáñez compartirá espacio durante casi seis meses con una nutrida selección de pinturas maestras realizadas por Zuloaga a lo largo de su carrera. Obras pertenecientes a colecciones particulares y a museos como el propio Museo de Bellas Artes de Bilbao, que aportará a la muestra obras icónicas como La condena de Noailles o Víctima de la fiesta, o el Museo Reina Sofía de Madrid, además de numerosas instituciones internacionales como el Musèe d’Orsay de París o la Hispanic Society of America, de Nueva York.

IGNACIO ZULOAGA (Éibar, 1870 – Madrid, 1945)
Considerado el pintor cuya obra mejor representó el espíritu crítico y regeneracionista de la Generación del 98, Ignacio Zuloaga fue, junto a Joaquín Sorolla (1863-1923), uno de los pintores españoles de mayor transcendencia internacional antes de la irrupción en el mundo del Arte del malagueño Pablo Picasso. Así lo evidencia la continua presencia de su obra, desde 1890 hasta 1942, en exposiciones celebradas en ciudades como París –hasta bien entrado el siglo XX la capital del Arte por antonomasia–, Bruselas, Berlín, Düsseldorf, Múnich, Venecia –en cuya Bienal de 1938 expone en sala individual, consiguiendo el Gran Premio Mussolini–, Londres, Praga, Boston, Santiago de Chile, Buenos Aires, Ámsterdam, Moscú, Roma –donde se le dedicaría espacio individual en la Exposición Internacional de 1911–, Pittsburg, Florida o Nueva York –donde en 1910, 1916 y 1925 inauguraba muestras individuales–, y el éxito de crítica en ellas cosechadas; su pertenencia desde 1902 a la Sociedad Nacional de Bellas Artes de París o desde 1908 a la Hispanic Society de Nueva York; o el que ya desde 1909 se le dedicasen estudios monográficos publicados en los principales medios especializados contemporáneos franceses, como L’Art et les Artistes, Art et Dècoration o L’Art et le Beau, revista que en 1915 dedicaba un número especial al pintor eibarrés.


Pintor de escenas a las que trasladó el “sentir español” de la literaria Generación del 98 (El enano Gregorio el Botero (1907); Mujeres de Sepulveda (1909)) y de desnudos femeninos de refinada sensualidad (La Oterito (1936)), a lo largo de su dilatada carrera Zuloaga también destacó en el retrato. Género en el que nunca quiso encasillarse, pero en el que destacó por su originalidad y buen hacer, lo que le llevaría a convertirse en uno de los retratistas más demandados por los burgueses y aristócratas europeos y norteamericanos.

El “Zuloaga” del Museo Ibáñez de Olula del Río viaja hasta Bilbao
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