miércoles. 24.04.2024

Antonio de Diego Arias

ALMERÍA.- Bajo el comisariado de Fernando Barrionuevo, director de Mediterráneo Centro Artístico, el artista de MECA, Antonio de Diego Arias, madrileño, afincado en Almería, desde hace más de dos décadas, presenta su exposición individual ·”Tras una Mirada” en Italia, en la Galería Honos Art, de Roma.


Para esta ocasión el comisario ha seleccionado piezas de pintura y escultura de los últimos diez años de la trayectoria profesional del artista, así como va a presentar las últimas obras que Antonio de Diego Arias ha realizado ex profeso para esta presentación en el país italiano.


La exposición permanecerá desde el 8 de septiembre hasta el 15 de octubre.


NON NOBIS SOLUM
(Texto del catálogo)
Para abordar la obra de Antonio de Diego Arias, de entrada, tenemos que comprender la parte esencial de su obra que se configura por un lado con el desciframiento lineal, constante y vital de los códigos que el tiempo enmascara a las personas, a sus contextos y a la propia naturaleza y por otro y sin que sea contradictorio con el cifrado complejo de cada una de sus piezas, otorgándole así un metalenguaje objetual más allá de la pura expresión estética.


Como punto de partida este artista inició su trayectoria en los años ochenta en España, pero con una marcada relación con Italia y más concretamente con Roma. En esos tiempos la línea conductual que se observa en sus obras se basan en la inquietante y muy personal búsqueda que cada uno de los estratos temporales ofrecían en cuanto a alteraciones emocionales, históricas y paisajistas, y como la superposición de los mismos podían revolucionar dicha alteración. Era el juego que utilizaba para moldear el paso del tiempo y así poder fundir el propio ser holístico bajo una única consigna temporal.


A principios de 2000 comienzo a tomar contacto y conciencia de su trabajo y de su vida. Desde ese momento en que se inicia nuestra solvente relación profesional y personal, las exploraciones temporales resurgen en forma de nuevas obras, con una fuerza inusitada, casi diría que obsesionada, no solo por la búsqueda en sí, sino por las respuestas que en todo ese tránsito temporal había ido encontrando a lo largo de su vida, separada del arte de una manera voluntaria y literal.


Es ahí cuando Antonio de Diego Arias, desmiembra su yo personal y lo encaja secuencialmente en el yo del otro. Non nobis solum, forma parte de su filosofía de la vida. No sólo para nosotros.


Por lo tanto una de las claves que podemos descifrar de esa primera etapa de sus obras, es la intensificación de sus recuerdos en forma de firmes células flotantes o marcados espinos rasuradores del tiempo.


Todos ellos como una simbología que nos conmueve y nos inquieta sobre lo que el tiempo marca en tu vida y como las ensoñaciones se dejan atrapar por esas intensidades.
A partir de ahí Antonio de Diego, siguiendo su propio plan de respuestas y a modo de un navegante de la mente, comienza una serie sólida y contundente utilizando materiales ancestrales y rudos como las maromas, que las moldea y modela a su antojo para ofrecernos una visión directa y sin tapujos de que con nuestras propias actitudes podemos controlar esos elementos y atacar de lleno a lo más sólido que aparentemente el tiempo sacude a nuestro ser. Volver a nuestro punto de partida una y otra vez para dejar límpidos nuestros pensamientos y experiencias y reescribir así nuestra historia con nuevos tintes y expresiones. Y para ello se convierte además en un linotipista que compone a su antojo nuevos mensajes históricos que solo el contemplador podrá descifrar. A todos esos elementos les dota de una protección frágil mediante el encapsulamiento en soportes de fácil abertura. Y para que así sea, se brinda al espectador a que lo haga mentalmente.


Desahogado por la fuerza, el artista empieza a hacer fluir sus obras en unas armonías equilibradas que se desmarcan completamente de lo corpóreo para abordar más que con su técnica, con su mente la sutil línea de los horizontes, a los que les otorga infinitas posibilidades. Construir para destruir o a sensu contrario destruir para construir. La indiferencia con las que la sociedad se enfrenta a las barreras, le conmueve y le asfixia. Esa expresión reiterada de líneas azuladas denota en él esa obsesión por romper los límites. Sin duda más que los límites materiales, los mentales. El azul como color de luz y de desafíos, como organismo vivo y alterable.


Y llegamos a su última etapa en la que Antonio de Diego Arias ha comenzado sus nuevos procesos de alquimia sensorial. Para ello, retoma el color que funde con el negro logrado a base de un dolor más doliente en el que se ahonda, como lo hace la propia naturaleza, cuando lo exógeno se inmiscuye en su ser. En base a ese pesar, el artista desliza su metafísica más poética hacia nuevas formas, nuevos retos, nuevas respuestas. Y así la búsqueda perdura en nosotros.


Fernando Barrionuevo
Comisario. Director de MECA Mediterráneo Centro Artístico

El artista de MECA Antonio de Diego Arias presenta su exposición 'Tras una mirada' en...
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