jueves. 25.04.2024

Payton Gendron, recuerden este nombre porque es el de ese chaval de 18 años estadounidense, fracasado en sus estudios, obsesionado con las redes sociales e influenciado por mensajes de esos algoritmos que hacen grandes a las plataformas digitales. Abducido por una falsa realidad alimentada desde una conciencia digital que cada vez te da más de lo que quieres, y te aleja de aquello que sencillamente es distinto de lo que piensas, y que termina por convertirte en un despiadado asesino. Si a un chaval de pocas entendederas, falto de formación pero ansioso de mostrar que no es necesario estudiar para ser igual de listo que los demás, de esos que van tan sobrados que viven convencidos de que su universidad es la calle, si a uno de esos le lanzas mensajes de extrema derecha, sencillamente sólo tienes que proporcionarle una ley que le permita comprar armas legalmente para liarla hasta límites tan insospechados como matar a diez personas en un supermercado.

Imaginan lo que podría suceder en España si a unos cuantos de esos animales de bellota, muy españoles, les permitiésemos comprar armas. Calentados constantemente contra la población inmigrante, el colectivo LGTBI, los comunistas y tantos otros de los que principalmente les molesta que evolucionan socialmente mucho más rápido que ellos mismos. Si escogemos a un tipo estándar de extrema derecha, pongamos de entre 18 y 35 años, y a otro de lo que podamos considerar extrema izquierda en el mismo segmento de edad, seguro que no tardamos más de quince minutos en averiguar cuál de los dos tiene carrera y capacidad de debate sobre sus ideas sin necesidad de pedir el currículum. Y el problema está en que si alimentamos constantemente esos dos perfiles con ideas cada vez más centradas en su pequeño círculo, la evolución de uno y otro va a ser muy distinta.

Lo que ocurre en Estados Unidos es, sencillamente, una muestra de ese supremacismo nacional que otros intentan importar a Europa, y lo cierto es que lo están consiguiendo, con lo que se identifican dos problemas fundamentales, uno que tienen un enorme hueco electoral y otro, que ese hueco se debe a los fallos del sistema o modelo de bienestar, en muchos casos mal entendido por la mayoría, que aspiramos a consolidar.

Y lo crean o no, cada proceso electoral que se celebra y en el que consiguen afianzar posiciones genera una situación de riesgo para todos y ojo, que los extremos son malos tanto en un sentido como en otro, pero aquel extremo que llame la diferencia por raza, religión o condición sexual es, sencillamente, el peligroso. Recuerden ese nombre que antes les apunté: Payton Gendron, Búfalo (EE.UU), 18 años y camino de la cadena perpetua.

Supremacistas, la realidad importada
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