viernes. 29.03.2024

Imagino que cada cual tiene una lista de cosas que quiere hacer conforme se recupere la normalidad. Estar con esos amigos a quienes por una razón u otra dejaste de ver y echas de menos. En mi caso volver a encender la barbacoa con más de cuatro personas alrededor y no salir corriendo a las nueve de la noche. Ese viaje que habías empezado a meter en tu agenda como un hito ineludible a lo largo del año. Mi vía de escape es principalmente Portugal.

Y por qué cuento lo que yo quiero hacer si es parte de lo personal que, además, no tengo por qué mostrar. Pues precisamente porque de eso va esta recuperación. Habrá dinero para proyectos, ayudas para reflotar empresas, lanzar otras, poner en marcha servicios y enfocarnos, por encima de todo, en lo que Europa ha decidido que va a ser España. Y no, no debe importarnos que otros decidan cual es nuestro destino porque somos, gracias al cielo, parte de ese otros y tenemos que empezar a ver en conjunto para que los planes nos salgan bien. Y sólo veremos en conjunto si compartimos nuestras ideas con el resto.

Uno de los principales cambios que tiene este ciclo económico en el que La Covid nos ha lanzado a la casilla de salida es, precisamente, que solos no iremos demasiado lejos. Alguien puede imaginar lo que sería salir de la crisis pandémica sin la ayuda del resto de la Unión. Pues tres cuartos de lo mismo pasa si creemos que podremos dar el siguiente paso sin hacer cambios, sin abrirnos a nuevos horizontes y sin compartir experiencias con terceros. Se acaba eso de yo me lo guiso y yo me lo como, como Juan Palomo. Que ojo, te puede salir, pero será mucho más complicado.

Les pongo un ejemplo. Una empresa va a tener posibilidades, enormes posibilidades de presentar programas de ayudas para invertir en eso que se ha venido a llamar resiliencia. Pero si ese mismo proyecto, o parecido, es una idea que entre varios ponen en común y convencen a un ayuntamiento para su puesta en marcha, las posibilidades de ayuda, volumen de la misma y celeridad a la hora de poder ejecutarla se multiplica exponencialmente.

Y aquí un pequeño paréntesis. Imaginemos que el dinero de Europa lo usamos para crecer como país y que la propiedad futura de buena parte de lo que hagamos sea patrimonio futuro de todos los demás. Es decir, que saques todo el rendimiento que puedas esperar y hasta más, pero que en el momento de tu retirada, porque nadie es inmortal, ese mismo modelo con su evolución natural a lo largo de los años, pase a ser en el futuro patrimonio común. Y les pongo un ejemplo muy sencillo. Un plan de reciclaje puede ser de propiedad privada, o una iniciativa público privada que se gestione en modelo de concesión administrativa durante más años de lo que tu mismo seas capaz de explotarla. Y quien dice una planta de reciclaje, dice alojamientos turísticos, servicios que puedan prestarse desde los ayuntamientos y hasta centros de formación si me aprietan. Campos de golf, que son imprescindibles en nuestro modelo de crecimiento turístico y cualquier servicio que seamos capaces de idear para esos millones de personas que van a venir aquí en busca de sol y calidad de vida.

Estar diseñados, que no condenados, a un modelo específico dentro del mapa general, no quiere decir que se hagan otras cosas, que se promuevan otras iniciativas, pero seamos conscientes de que no seremos un país de industria, sino de servicios y que ahora más que nunca toca hablar, compartir proyectos, ideas o listas de prioridades, porque de esas tormentas de ideas nacerán los nuevos líderes del mercado. También se les llama motores de la economía, pero lo fundamental en estos momentos es, sencillamente, hablar sobre qué queremos hacer después del apagón o crisis de la Covid.

Más que pensar en qué será volver a la normalidad, yo prefiero planificar cómo lo haremos, si como sujetos pasivos o como sujetos activos.

Qué será volver