jueves. 28.03.2024

¿Cómo evitar un segundo Meginazo? Aunque algunos no lo reconozcan, muchos otros mantienen que una de las principales causas por las que Juan Megino, cuando era PP, perdió la alcaldía de Almería en 1999, fue precisamente por unas obras en el Paseo de Almería que bien o mal planteadas, mejor o peor ejecutadas, provocaron la ira de los vecinos hasta el punto de negarles su voto en uno de sus principales feudos electorales. Que 24 años después no vuelva a producirse este fenómeno depende de una sola cosa, que el Paseo de Almería no se peatonalice o que al menos no se haga de la forma que tiene prevista el actual equipo de gobierno. Y claro, como muchas luces no hay, parece que lo confían todo a no mover un solo ladrillo hasta que pasen las elecciones municipales de mayo de 2023, pero todo el mundo sabe que el proyecto existe, que está a punto de ser entregado y que la nueva operación de peatonalización costará unos 11 millones de euros, de los que algo más de ocho salen de los fondos NextGeneration, esos que precisamente se ha traído de Bruselas el Gobierno de España.

A mí, personalmente, podría gustarme que se peatonalice el Paseo de Almería, pero sobre todo porque vivo a tres kilómetros de allí. Y ahí es donde está el problema, quién es aquel que realmente tiene derecho a opinar, el verdaderamente residente o quien forma parte del mapa conjunto. Y cuidado con la respuesta, porque si extrapolamos la pregunta es igual, o parecido, que si preguntamos quiénes tienen más derecho o derecho real a opinar sobre lo que sucede o debe suceder en Catalunya, quienes allí viven, o el resto de los que vivimos en España.

El problema no es sencillo, y tampoco se puede resolver en conversaciones de barra.

Almería, que se merece zonas peatonales, no puede, no debe optar a ellas mientras no sea capaz de solucionar otros problemas anteriores. El transporte público es pésimo, malo y hasta caro para el tipo de servicio que presta, puesto que no hay alternativas. Ni metro, porque obviamente no tenemos tamaño para ello, ni tranvía que hubiese sido una solución, ni nada por el estilo. Por tanto, si no eres tan accesible como un Bilbao, Madrid, Barcelona, Valencia, Granada, Sevilla y otros tantos, no puedes jugar en esa liga de peatonalizaciones.

Entiendo a los vecinos cuando se quejan de que serán ellos quienes pagarán la factura con los ruidos de bares y demás festivales. Tienen miedo de que desaparezca el poco comercio que les queda, pero sobre todo están aburridos de no poder llegar a la puerta de su casa cuando, precisamente, no son las más baratas de la ciudad.

Y como era de esperar empiezan a moverse, y ello implica hacer un llamamiento a no votar PP en las municipales porque entienden que les han traicionado. Obviamente la propuesta contraria, el no hacer la peatonalización es una cantera de voto que la izquierda no puede jugar. Podría intentarlo, pero su esperanza de éxito en ese electorado es poca, así que su mejor baza es recordar continuamente que si o si, este PP va a peatonalizar el Paseo de Almería. Obviamente la extrema derecha si que tiene ahí un verdadero manjar electoral.

Otro tema aún más feo es el interés que parece existir en algunas familias del PP de que se produzca otro Meginazo para quitar de en medio a una invitada no esperada en el reparto de la tarta, es decir, eliminar de la ecuación del “partido” a María Vázquez Agüero, actual alcaldesa de Almería, que salvo que pierda las elecciones se perpetuaría y, por qué no, subiría enteros en el PP, en general. Y claro, eso parece que tampoco les gusta a todos sus compañeros. Ya saben, gente que creció con aquello de “salve por mi primero… y luego ya, si acaso, por el resto de mis compañeros”

El Paseo de Almería entra en campaña