viernes. 29.03.2024

Javier Salvador, teleprensa.com

Quitando cabreos, desesperaciones y frustraciones de la izquierda. Anhelos, ilusiones y segundas oportunidades para la derecha, lo cierto es que las elecciones del 10N son un reto estratégico para los partidos políticos que concurrirán, más aún cuando los nuevos actores como Íñigo Errejón le ponen un poco de pimienta al asunto. Pero analicemos la situación desde un punto de vista meramente estratégico, sobre la campaña que cada uno debe hacer según los modelos de comunicación en los que se trata de acercar lo que cada uno ofrece a lo que realmente quiere el electorado. Y no, no es populismo, es comunicación comercial o política, o de aproximación, como la quieras definir es cosa tuya.

Pongamos ejemplos. Del PP un elector descontento con esta formación esperaría una campaña de redención, porque correr un tupido velo a la corrupción amparado en el tiempo pasado sencillamente no es solución. Hablamos de que sus mejores expectativas le obligan a contar con Ciudadanos y Vox para asomarse mínimamente a cualquier opción. En este panorama Vox tendría clara su campaña, pues el camino que más rentabilidad le otorgará será el de la subversión. Ciudadanos por su parte sólo tiene un camino, hacer una campaña de progreso, apostar por el camino seguido como inversión a medio plazo.

Obviamente quien mejor lo tiene en estas elecciones es el PSOE, la izquierda que se asoma tímidamente al centro para rescatar a esos votantes que un buen día se fueron a Ciudadanos o PP. Lo que hay que entender es que esos socialistas de los ochenta hoy son clase media alta y tienen otras prioridades, pero en su conciencia buscan una razón para volver a votar las siglas que sencillamente le hicieron feliz en su juventud y progresar en su madurez.

Los analistas hablan ahora de relato, de cómo contar las cosas, pero yo soy de los que opta por la línea más reaccionaria, ir al para qué en el caso de las izquierdas, y muy distinto si planificásemos para las derechas, que tendrían que centrarse en el quiénes.

Así, los socialistas o cualquier otra formación de este arco político tendrán que convencer de las cosas que no se pueden volver a repetir, aprovechar el tirón de las malas noticias que desde la propia derecha van a usar como arma de campaña. Es decir, todos hablarán de la crisis económica que se avecina, de los efectos que provocará el Brexit, y ante ello sólo hay que recordar a las familias cómo vivieron entre los años 2008 al 2017. Cuántos de sus familiares y conocidos de menos de 30 años emigraron para buscarse la vida en el extranjero. El número de los que perdieron sus casas por bancos a los que aún hoy no se les ha podido cobrar todo lo que adeudan por cláusulas suelo y cobros indebidos.

Al ciudadano hay que dejarle claro que le toca elegir entre un gobierno hecho para la gente u otro que necesita a la gente para que pague la factura, otra vez, de la crisis. Y por qué no, usar Portugal como ejemplo, porque más 60% de la clase media española que viaja allí para disfrutar de sus vacaciones, envidia una sociedad que sencillamente reparte mejor la riqueza del país.

Los mensajes son como los productos que encuentras en las estanterías de los supermercados. Están disponibles para todos, pero dependiendo de como los cocines, de la elaboración y presentación, se convierten en algo que satisface a todos como la tortilla de patatas de toda la vida, o que crean reparos por muy buen aspecto que tengan, como una tortilla de patatas deconstruida y servida en copa. Muy moderna, pero que no llega a la esencia de lo auténtico. Sencillamente no es tortilla.

Lo que está claro es una cosa, la movilización no depende de lo alto y guapo que sea un líder, sino de la capacidad que tengan sus estructuras provinciales de hacer llegar ese mensaje sencillo, directo y comprensible hasta el último rincón del territorio.

Manual de campaña para el #10N