jueves. 28.03.2024
Javier Salvador, teleprensa.com

Cuidado con hacer política del agua

"para que el agricultor pueda defender un precio acorde con lo que pueda llegar a costarle el agua que use, la base está en proteger sus productos frente a la invasión de los procedentes de terceros países"
Javier Salvador, teleprensa.com
Javier Salvador, teleprensa.com

Moreno Bonilla y Fernando López, presidentes de las comunidades autónomas de Andalucía y Murcia respectivamente han abierto una caja de pandora que puede provocar más de un susto, porque hacer política del agua puede acarrear de muchos a muchísimos problemas, sobre todo si el territorio que se escoge para la puesta en escena es Almería. No vamos a entrar si falta, cuánta y para qué. Ni mucho menos en cuánta agua de depuradoras sigue sin utilizarse ya no eficientemente, sino sin ningún destino (en Málaga, por ejemplo, esas aguas son las destinadas a regar sus 55 campos de golf, cerrando un ciclo de eficiencia económica espectacular). Y eso, señoras y señores, también es gestión política.

Pero vamos al problema fundamental que genera hablar del agua. 

Siempre que se tira de ello como argumentario político para llamar la atención se mira hacia los invernaderos, cuando esta vez no son los que tienen la culpa de nada, sino que vienen a ser los pagafantas del debate sobre el agua. Y les voy a poner un ejemplo claro y sencillo.

Con 1.000 litros de agua puedes producir hasta 18,6 kilogramos de tomates de invernadero, que aportan al productor una media de unos 3,2 euros de beneficio por cada metro cúbico.

Y ahora vamos a cambiar de cultivos y nos vamos a la lechuga, brócoli y si quieren hasta a los limoneros, que es el nuevo boom del levante almeriense. Pues bien, con la misma cantidad de agua producimos entre cuatro y cinco veces menos de producto y la rentabilidad por cada mil litros de agua invertidos es de unos céntimos. Muchísimos y en el miso entorno que los cítricos.

Las cifras son muy duras, casi como para llegar a la guerra civil entre agricultores como los metan a todos en el mismo saco, y para más señas los datos corresponden a un completísimo estudio del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (Imida).

En Almería, los invernaderos de frutas y hortalizas que componen el modelo básico y predominante de la agricultura han tenido que adaptarse. Tomate y pimiento son los cultivos más eficientes en esos parámetros, pero están siendo abocados a una guerra que trata de defender algo que, sencillamente, no forma parte de nuestro paisaje natural tradicional, como los son las miles de hectáreas de lechugas, brócolis y otros cultivos similares que se expanden por toda la provincia desde el levante.

A diferencia del campo tradicional almeriense, caracterizado por pequeñas empresas agrícolas de apenas unas pocas hectáreas salvo excepciones, los varones regionales del PP se lanzan a movilizar a todos para defender los intereses de unos grupos empresariales gigantescos que pueden contarse con los dedos de una mano.

Y vamos por partes. Me parece excepcional el milagro económico generado tanto en uno como en otro lado, lo hecho por los que se dedican a unos y otros cultivos, pero debe cuidarse muy mucho la forma, el momento y el lugar en el que hacer las cosas, porque lejos de conseguir que les saquen a hombros de las plaza de toros, lo que pueden provocar es que los echen a gorrazos.

Hablar muy en serio del tema del agua en el levante es preguntarse por qué la gran desaladora del levante está inoperativa, por qué casos de corrupción sigue aún en un embrollo judicial del carajo. Habrá que preguntarse por qué las administraciones públicas se empeñan una y otra vez en generar nuevos señores del agua cuando la mayor parte de las inversiones son, sencillamente, financiadas con dinero público y subvencionadas en más de 60%.

Y por encima de todo, entender que para que el agricultor pueda defender un precio acorde con lo que pueda llegar a costarle el agua que use, la base está en proteger sus productos frente a la invasión de los procedentes de terceros países. Ahí, en las aduanas, es donde si que podrían firmar pactos y hacerse fotos.

Cuidado con hacer política del agua