viernes. 19.04.2024

Autónomos, comerciantes, pequeñas y medianas empresas familiares que en definitiva suman más del ochenta por ciento del tejido económico andaluz, son testigos de la impresionante facilidad con la que una administración es capaz de dictaminar que se cierren negocios, dejar de tener ingresos y que al mismo tiempo sigan manteniendo sus pagos al día y, por encima de todos ellos, los que tienen que ver los impuestos que recauda la misma autoridad que dictamina el cese de actividad.

Falta de previsión, políticas laxas en fiestas y vacaciones buscando rédito electoral futuro, han sumido a la sociedad andaluza en un mar de dudas cuyo primer efecto es la confusión sobre quién es competente y para qué. Qué depende del Gobierno de España, de los ayuntamientos o de la comunidad autónoma que día si y día también confina más y más la actividad comercial en una región que no brilla principalmente por su fortaleza industrial. Esos son interrogantes que empiezan a minar la credibilidad general sobre el modelo político. Se ha pasado de la inobservancia de la actividad administrativa por parte de la población, a padecer auténtico terror por su enorme empeño en deshacer lo poco que hay construido. Terror por lo cómodos que se sienten limitando derechos y libertades.

Los criterios médicos priman sobre el modelo económico que sostiene con sus aportaciones el tejido asistencial. Irrisorias ayudas a los autónomos que apenas cubren el pago de una cuota de la obligación mensual para con la Seguridad Social, se venden como logros que pretenden tapar la entrada a un pozo sin fondo. Mientras tanto, en comunidades como Andalucía la única estrategia clara para paliar el efecto sobre el empleo ha sido el desdoblamiento de consejerías y un sinfín de nombramientos de cargos de libre designación, dedazos de quienes antes criticaban estas prácticas.

La Covid es una enfermedad, está claro y hay que solucionarlo, pero no puede ser la dolencia que tape el cáncer que la gestión de la Junta de Andalucía está provocando en todo el territorio. No puede ser la excusa del todo vale, del no hay tiempo para más, de la parálisis por miedo. Sencillamente no pueden someter a dietas de choque a los comercios y hostelería de Andalucía, sin tener la mínima intención de adelgazar ellos mismos, porque empiezan a ganarse un “Ciérrate tú”, que para lo que solucionan ya basta con lo que diga el Estado.

(*) Periodista, Spin Doctor, Consultor en Comunicación y Marketing Estratégico ([email protected])

Ciérrate tú
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