miércoles. 24.04.2024

ALMERÍA.– Un viaje en el tiempo y en el espacio para recrear uno de los momentos más legendarios y fundamentales de la Historia en general y del patrimonio en particular. El Museo de Almería recibirá mañana, jueves, 4 de diciembre, una doble conferencia para conmemorar el 99º aniversario del descubrimiento de la tumba de Tutankhamón en un acto organizado por Amigos de la Alcazaba y el propio Museo de Almería, que comenzará a las 18.30 horas y con entrada libre hasta completar aforo.

A las 18:30 horas tendrá lugar la conferencia ‘Tutankhamón, Carter y Carnarvon. El destino estaba escrito’, por la doctora Esther Pons Mellado. Conservadora del Museo Arqueológico Nacional, co-directora de la Misión Arqueológica de Oxirrinco en Egipto y comisaria de numerosas exposiciones, como ‘Tutankhamón: su tumba y sus tesoros’. A las 19:30 horas será la conferencia ‘Un tesoro para la eternidad. Arte para Tutankhamon’, por la doctora Inmaculada Vivas Sainz. Profesora de Arte de la UNED, Miembro de la misión arqueológica “C2 Royal Caché Wadi Survey” y comisaria de exposiciones como  ‘Tebas, los tesoros de una ciudad milenaria a las puertas del desierto’.

Una historia digna de ser contada… y revivida

Francisco Verdegay, portavoz de Amigos de la Alcazaba,  considera que “esta es la historia de dos hombres y un destino; descubrir la tumba del faraón Tutankhamon. Sin embargo, después de varios años de intentos infructuosos y numerosos gastos, la alianza entre el obstinado arqueólogo y el millonario Lord parecía tocar a su fin. Carnarvon se retiró a su castillo de Highclere desanimado y con la determinación de que todo se había acabado, pensando que llevaban razón aquellos que le habían advertido que el Valle de los Reyes estaba “agotado”. Pero Carter no se iba a rendir”.

El arqueólogo marchó a Inglaterra, se entrevistó con su patrocinador y le pidió un último esfuerzo, un último año de campaña, aunque tuviese que pagarla él mismo de su bolsillo. Estaba seguro de que Tutankhamon estaba allí, esperándoles. Carnarvon quedó impresionado por la determinación de su amigo Carter. “Ante tanta seguridad, ¿cómo negarse? También Carnarvon quería la gloria”, apunta Verdegay.

Carter llegó a Luxor el 28 de octubre de 1922 para hacer los preparativos. “Visitó el Valle de los Reyes y lo contempló, como el actor de teatro contempla el vacío patio de butacas antes de un estreno. Miró la montaña tebana en forma de pirámide, donde habita la diosa Meretseger, “la que ama el silencio”. Ella sabía donde descansaba el joven faraón. Carter le imploró que no le arrebatara el sueño de su vida. Luego se fue a su casa, a las puertas del valle. Su canario no paraba de cantar. Buen augurio, dijo su asistente”. 

El día 1 de noviembre comenzó su última oportunidad. Ahora o nunca. Lo tenía claro: había que excavar a los pies de la tumba de Ramsés VI, la zona que cinco años había despreciado por evitar unas cabañas de unos antiguos trabajadores. “Seguro que está debajo”. Tres días después, el día 4, llegó temprano a la excavación, con su sombrero y su bastón. Le sorprendió el anormal silencio de los trabajadores, que siempre hablaban a voces. Algo había ocurrido. “Le dijeron excitados que habían encontrado un escalón de escalera debajo de una de las cabañas que acababan de quitar. El “descubridor” había sido el pequeño Hussein, el niño aguador, descendiente de la famosa estirpe de ladrones de los Abd el Rassul de Sheikh Abd el-Gurna, aquellos que descubrieron en 1881 el escondrijo con más de 50 momias de faraones, reinas, príncipes y nobles”, detalla Francisco Verdegay.

Por la tarde habían despejado el cajón de la escalera que conducía hacia debajo de la tierra. Todo el mundo estaba emocionado. Los trabajadores se felicitaban y la bautizaron con el nombre de la “Tumba del Pájaro Dorado”, recordando al canario de Carter. Al día siguiente llegaron al último peldaño. Se encontraron con el dintel de la puerta cuando el Sol-Ra enrojecía el cielo tebano con una bella puesta. Estaba enlucida con los sellos de la necrópolis real, el chacal y los 9 prisioneros de Egipto. “Era la prueba de que nadie había entrado desde hacía más de 3.000 años. “¡Dios mío, es realmente cierto”. Todavía no había visto el cartucho real con el nombre de Tutankhamón pero estaba seguro que aquella era su tumba. Fue el día más emocionante de su vida... hasta ese momento. Mandó enterrar de nuevo la escalera, poner una fuerte vigilancia y se marchó a casa. No pudo dormir. Por la mañana temprano escribió un telegrama a Lord Carnavon: “Por fin, he hecho un descubrimiento maravilloso en el Valle de los Reyes (stop) Una magnífica tumba con los sellos intactos (stop) La he vuelto a recubrir dejándola como estaba, a la espera de que Vd. llegue (stop) Felicidades””.

Mañana el Museo de Almería se llenará de ese halo de grandeza de un hallazgo descomunal.

Tutankhamon, en el Museo de Almería en el 99º Aniversario del descubrimiento de la tumba
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