martes. 23.04.2024

Javier Salvador, teleprensa.com

Almería es una ciudad a medias, ese lugar en el que las cosas se presentan con verdadera fuerza de purasangre y terminan con paradas de genuino burro. No es nada nuevo, pero ya va siendo hora de que veamos algo finalizar de manera que contemos un éxito palpable, tangible o que sencillamente se pueda demostrar, ver y tocar. Hace unos días se presentaba el dato poco científico de la repercusión de la capitalidad gastronómica de Almería en 2019. Once millones de euros, pero aún no sabemos qué ha costado la fiesta, salvo que decenas de proveedores tienen facturas pendientes por valor de casi 700.000 euros de los que no hay concurso público ni cuentas que nadie pueda investigar, sólo conformidades dadas por personal de libre designación que ya veremos si terminan con reparos de la intervención municipal o en el juzgado. Si malo es que nadie sepa situar realmente el beneficio que han tenido los fastos de la capitalidad gastronómica, peor aún es que la oposición esté absolutamente atragantada con el asunto, porque no parecen digerir que su función es precisamente esa, aclarar aquello que el tripartido PP, Vox y Ciudadanos tratan de convertir en una digestión eterna.

Pero si de atragantamientos se trata, tampoco sabemos qué ocurre con los mas de veinte millones de euros que el Ayuntamiento de Almería tiene que pagar por la expropiación de suelo para la ampliación del paseo marítimo hasta el río Andarax. Algo así como 18 millones mas los intereses por 12 años de pleitos ante la demostrada capacidad negociadora de consistorio. Obviamente tampoco sabemos si el equipo jurídico encargado de la defensa municipal sigue en el mismo lugar y con las mismas funciones después de su contrastado poco éxito, o si los técnicos que aconsejaron la vía judicial han cambiado de cometido o siguen haciendo tan acertadas valoraciones.

Con precedentes como estos, y sólo es una mera muestra de la interminable lista de asuntos feos que atañen al ayuntamiento de Almería, que van desde El Toyo a la enfriada llegada de IKEA, pasando obviamente por el ya enmohecido asunto del puerto ciudad, hay materia para estar dando caña diez días a la semana durante los próximos seis años. Ahora bien, si oposición es dar un parecer sobre determinados asuntos, archivar el recorte de prensa y dar el tema por amortizado, obviamente es la oposición quien está salvando una gestión municipal oscura, deficiente y sustentada por la extrema derecha.

Vamos, de locos.

 

Salvados por la oposición
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