viernes. 29.03.2024

Elena Torres, teleprensa.com Almería

Si Mariano Rajoy se aplica esa máxima tantas veces escuchada, también en Almería por su presidente provincial, de “para qué cambiar las cosas, si funcionan” está abocado a abandonar la presidencia del Partido Popular, una vez que la Cámara le ha echado del Gobierno, -él mismo argumentó a Pedro Sánchez en tribuna que no iba a dimitir mientras tuviera el apoyo de las urnas o del Congreso, algo que finalmente, le ha negado-.  Porque las cosas bien ya no están. No sólo no cuenta con el respaldo mayoritario de los diputados nacionales sino que en su partido, este desenlace empieza a abrir brechas por los cuatro costados. Es decir, que aquello de un PP unido y sin fisuras era únicamente una alucinación, una ilusión provocada por el poder que permite acallar a tu gente, mientras ésta tenga asegurada su sueldo a final de mes.

Pero las cosas han cambiado y mucho. Este descalabro para nada calculado, hasta ahora les había funcionado muy bien el discurso del miedo para hacer frente a cualquier problema (recordemos la evasión de empresas de Barcelona o los altibajos del IBEX… ), ha pillado a todos con el paso cambiado y el cabreo ha saltado en forma de declaraciones públicas que evidencian que la gestión del gobierno de Rajoy no ha sido buena.

Estos seis años de legislatura continua se han centrado únicamente en aspectos económicos más que cuestionables y siempre teledirigidos por otras instancias, que nos han llevado a una precariedad laboral de futuro incierto, a la vez que han obviado la demanda social a la que un gobierno también debe responder además de la territorial, que nos sitúa en la crisis más profunda de toda la democracia.

Así las cosas, sería más razonable que el PP aprovechara el momento para realizar una profunda meditación y ver de qué manera resurgir de cara a no estar en situación muy lamentable para las próximas citas electorales. Y en ese nuevo proyecto que debiera de emanar no tiene ninguna cabida Mariano Rajoy, el último eslabón de aquella generación que levantó Aznar y tumbó la corrupción.

Aunque de momento, nada indica que estén por la labor. La primera reacción a la debacle ha sido buscar la manera de vengarse con su mayoría absoluta del Senado.

Rajoy, váyase