jueves. 28.03.2024

Posidonio Indiscreto

Juan Antonio Palacios Escobar

Nuestro Posidonio no tenía ningún parecido con el político, astrónomo y filósofo griego, sino que era inoportuno y se metía en todo lo que no le llamaban ni era su incumbencia. Pero no solo hacía honor a su apellido siendo, estando y haciendo lo más inconveniente, sino que en el colmo de su imprudencia se permitía dar lecciones magistrales y consejos sobre todo aquello que desconocía.


Resultaba increíble, pero había logrado el difícil consenso de tener conflictos y problemas con vecinos, familiares y conocidos. , de ir de sobrado, héroe y petulante, resultando insoportable para quienes les rodeaban y en el mejor de los casos, le soportaban pacientemente.


No sabía guardar una confidencia y mucho menos preservar un secreto, provocaba polémicas innecesarias y alimentaba una atmosfera nada agradable, incluso incómoda en la mayoría de los casos. Es más cuando parecía que acertaba también resultaba impertinente, porque lo hacía tarde y mal.


Lo más peligroso de sus afirmaciones y actuaciones, no era su inoportunidad sino que él estaba convencido de su acierto, lo que las hacía doblemente impertinente .Siempre andaba enredado en dimes y diretes, chismorreos y habladurías que lejos de unir, separaban a la gente y creaban un mal rollo.


Uno de sus deportes preferidos era hablar y decir algo malo de alguien a sus espaldas, por lo que no era recomendable prestarle excesiva atención y mucho menos darle crédito alguno. Resulta conveniente agudizar la prudencia y la discreción ante este tipo de sujetos, que con facilidad nos pueden meter en un lío...


Su indiscreción le llevaba en demasiadas ocasiones a ser tóxico o rodearse de gente, que solo se dedicaba a colocar bombas emocionales en todos los lugares que solían frecuentar, de ahí que era la sal y el perejil en todas las salsas en las que se intentaba criticar a alguien.
PI solía ser impulsivo y no se paraba a observar y reflexionar antes de hablar, sino que juzgaba sin conocer y despellejaba a todo el que se le pusiera por delante, y demostraba su intolerancia y cerrazón o planteaba la realidad de forma dicotómica entre el blanco y el negro, olvidándose de los grises.
Era incontinente verbal por naturaleza y difundía a diestro y siniestro, lo que sabía y lo que no, sin importarle traicionar la confianza del que se decía el mejor de sus amigos y además resultaba escandaloso por qué lo solía hacer a voces y de forma histriónica.


Se entrometía en las conversaciones de los demás sin pedir permiso, y había ocasiones que incluso resultaba grosero y mal educado, por emplear el peor de los lenguajes en el lugar más inoportuno., y queriendo acaparar toda la conversación, sin escuchar ni dejar que nadie participara


Y a la hora de compartir, todo era suyo y lo que se suponía que era de los demás, también se lo apropiaba, lo que generaba, además de unas relaciones frívolas y superficiales con los demás, una falta de confianza que solo se recuperaba día a día y dando muestras de credibilidad.


Prosidonio había superado los malos hábitos de no saber estar callado y cuando lo hacía sabía ser prudente, no contando más de lo necesario y sabiendo escucharlo todo, porque los otros no deben saber todos sobre nosotros sino lo necesario en cada momento para mantener una buena relación.


Nuestro protagonista, Indiscreto, a sus 45 años estaba tomado perspectiva para tener una visión más realista, positiva y equilibrada de todas las cosas y situaciones

Posidonio Indiscreto
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