jueves. 25.04.2024

Por un urbanismo de lo cotidiano

Eusebio Villanueva Pleguezuelo, Arquitecto

Llevamos muchos años sin tener una idea clara de lo que queremos hacer con  nuestra ciudad, lo que provoca, además de un desconcierto general, que se esté legislando a base de convenios urbanísticos, promovidos por intereses particulares que no tienen en cuenta ni el interés general ni la visión de conjunto necesaria para el crecimiento ordenado de una ciudad.

Nuestra ciudad tiene grandes desequilibrios en todos los sentidos.

Quienes nos visiten tendrán dos imágenes diferentes de Almería según en qué barrios se muevan; si van por el Paseo, Rambla, El Zapillo o la zona de la Vega percibirán una ciudad moderna al estilo de otras muchas españolas; pero si deambulan por la corona noroeste, por los barrios de Los Almedros, Los Angeles, Quemadero o La Chanca, su percepción será totalmente diferente, de masificación, hacinamiento, falta de ordenación, suciedad… una imagen tercermundista.

A nivel de movilidad tenemos serias dificultades. Por ejemplo, la conexión del centro con la zona de playa o los movimientos transversales hacia la vega o la comunicación entre barrios del norte. La Alcazaba, carretera de Ronda y el ferrocarril son tres elementos que condicionan negativamente esa comunicación. Gran parte del flujo de tráfico de la ciudad tiene como punto obligado de paso el final de la Rambla, lo que unido a la nula regulación de semáforos (de cada cuatro se pillen tres en rojo) hace que circular por Almería sea una misión imposible e incómoda. Tenemos un Plan de Movilidad Sostenible, pero parece que no se le hace mucho caso, que con tener el documento ya hemos cumplido.

Las dotaciones municipales son bastante escasas y están muy mal repartidas: Bibliotecas, centros de día, de mayores, locales para juventud, para servicios sociales,…etc, o no existen o están infrautilizados, cerrados por las tardes porque no hay personal para atenderlos. El fomento de la participación ciudadana, a pesar de disponer de una concejalía propia, no está en la agenda de prioridades de nuestros gobernantes, más bien al contrario. Mejor que no opinen y no se organicen, no vaya a ser que se les ocurran ideas y nos saquen las vergüenzas. Es una pena esa visión negativa de la participación, que por otro lado es el mecanismo de defensa de los mediocres, cuando debería ser un valor añadido a fomentar por cualquier gobernante.

Y en el tema medioambiental no estamos mucho mejor, más bien al contrario. No existe una política de arbolado y sombra en las calles, tan necesaria en nuestro clima, sino que vemos con estupor como se arrancan ejemplares magníficos de calles enteras con la excusa de que levantan aceras o molestan a los vecinos, o por caprichos partidistas como la reciente propuesta de quitar los árboles de la Plaza Vieja. Hasta hace poco teníamos una relación de zonas verdes por habitante bajísima, y eso contando con el Parque del Boticario. En la actualidad hemos mejorado con la incorporación del Parque del Andarax, a pesar de lo cual se siguen necesitando espacios verdes amplios para el esparcimiento de niños, mayores y personas en general, como por ejemplo el Parque de la Molineta. Y esto no es un capricho de iluminados o ecologistas trasnochados, el cambio climático es una evidencia y en menos de 50 años nuestro clima será más parecido al de Marrakech, por lo que plantar árboles y tener zonas verdes es una necesidad en el futuro que tenemos que empezar a generar hoy.

La revisión del Plan General tiene que servirnos para paliar estos desequilibrios, para crear una ciudad más cohesionada, donde todos podamos sentirnos a gusto, donde la vida cotidiana sea más fácil y placentera. Tenemos que pasar del urbanismo del crecimiento descontrolado y el pelotazo a otro que tenga que ver con las cosas cotidianas, con la vida de las personas, con el día a día relacionado con la movilidad, la salud, las relaciones humanas, el comercio de proximidad, el crecimiento sostenible, donde todos sus habitantes puedan sentirse partícipes y orgullos de ese proyecto colectivo de comunidad.

Y entre todos vamos a conseguirlo.

Por un urbanismo de lo cotidiano
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