martes. 23.04.2024

Javier A. Salvador, teleprensa.com

Si hay algo que todos debemos tener claro en estas elecciones es que ahora más que nunca es necesario, imprescindible, que la participación sea masiva. Que cada uno vote a quien le de la gana o contra quien quiera, que es una forma como otra de decidir tu voto, pero por encima de todo en estas elecciones es necesario que el modelo de Estado que de ellas saldrá, y habrá cambios, esté apoyado por más de un 80% de las personas con derecho a depositar una papeleta en las urnas.

Este proceso electoral nos está conduciendo, aunque aún no nos demos cuenta, a un nuevo estadio del bipartidismo, porque nunca antes como ahora el Estado ha sido dividido en dos bandos, la derecha y la izquierda. Los tintes de originarios, moderados o extremos terminarán siendo simples grupos de poder dentro de esas mismas agrupaciones ideológicas. 

Así las cosas, estos comicios abren la puerta a esa segunda etapa de una transición en la que toca tallar un poco ese diamante en bruto que llamamos democracia a la española. Habrá que usar la vía de leyes de máximo consenso, y tendremos que apurar mucho más las enormes posibilidades que ofrece la Constitución sin necesidad de abordar cambios en sus enunciados. Esta es una tarea pendiente que nadie ha querido abordar hasta ahora, y precisamente el efecto de haber dejado inconcluso ese trabajo, es lo que nos ha llevado a crisis como las actuales, en las que la crispación territorial, el acceso a la vivienda o a derechos asistenciales básicos en zonas rurales, están en peligro por el mero hecho de no haber afrontado de cara los nuevos tiempos que corren.

De todo eso van estas elecciones, y mucho más importante que las posiciones de uno u de otro partido, de sus miedos, de sus expectativas de crecimiento o de fracaso, porque lo importante este 28 de abril no es solamente a quién tienes tu pensado votar, sino asegurarte de que todo aquel que esté en tu círculo de influencia, a golpe de whatsapp o red social, tenga claro que hay que hacerlo. Quien gane o quien pierda es otro cantar, pero desafinaríamos mucho si las decisiones que se tienen que tomar en un momento trascendental de nuestra historia se toman por una mayoría insuficiente de personas, porque el resto prefirió quedarse en casa a verlas venir.

Si no votas, luego no te quejes, porque quien realmente rompe España es el que no participa de ella en el único momento en el que el pueblo, de verdad, decide.

Ni grites ni llores, vota
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