martes. 19.03.2024

Javier A. Salvador, @jsalvadortp

En las ya inminentes elecciones autonómicas de Andalucía los hay que se van a llevar una verdadera cura de humildad, porque si algo tiene de cierto esta vida es que no para de darte lecciones, y algunas de ellas quedan muy lejos de poder calificarse como sorpresas. Quizás lo más divertido a este lado del escenario político, desde la barrera, sea el día después, cuando descubramos si Adelante Andalucía permitirá la gobernabilidad en la comunidad autónoma, o por el contrario les pueden los egos personales a sus dirigentes en un intento de hacer sudar sangre al PSOE mientras dejan correr ríos de tinta. De hecho, además de resarcir esa animadversión evidente entre Susana Díaz y Teresa Rodríguez, la gaditana podría cobrar otra particular venganza frente a sus colegas de Madrid, pero la proximidad de las elecciones municipales podría pasarle una muy elevada factura que no tengo muy claro que puedan permitirse pagar cuando están a muy poco de demostrar lo que supuestamente son capaces de hacer teniendo mando en plaza.

Ahora bien, si hay algo cachondo de verdad en este asunto del día después es la provincialización de los resultados y las cabezas que rodarán de este a oeste en el Partido Popular. Especial atención habrá tener al caso de Almería como sea cierto que, además, VOX saca un parlamentario por esta provincia. No sólo sería una catástrofe que se queden en tres escaños y que el último reducto del arenismo, Carmen Crespo, salga por los pelos, sino que al mismo tiempo deberían frustrarse casi de manera instantánea los intentos de los cospedalianos de Juan José Matarí para situar a Javier Aureliano García, secretario provincial bajo la presidencia de Gabriel Amat, al frente de la Diputación Provincial. En qué cabeza cabe que se pueda premiar al principal responsable de la caída de su partido en el único lugar donde aún ganaban. No creo que pasear a Casado en verano por Almería tras facilitarle las vacaciones en la idílica Aguamarga, municipio que también perdió para siempre uno de los protegidos de Aureliano, sea mérito suficiente cuando tienen calentando motores a gente nueva y procedente de su verdadera cuerda. Vamos de esos que desde el primer día se declararon casadistas y que, además de contarse con los dedos de una mano, no pidieron el voto para ningún otro. Lo que es de esperar es que tras la debacle en Andalucía no sólo se renueve una ejecutiva regional que obviamente no es atractiva para el electorado, sino que reparta responsabilidades con todas aquellas provincias en las que sencillamente se van a la mitad.

Esta y no otra es la única alternativa que tiene el PP para evitar que se haga leña sobre el árbol caído, porque de dar leña saben mucho los aurelianos y compañía, y obviamente ahora que les toca recibir hachazos no habrá tregua alguna. Es más, si pierden lo poco que les quede tras el dos de diciembre, aprenderán a marchas forzadas que más peligroso que alimentar a la jauría que decía el ex ministro Máxim Huerta, es dejar de hacerlo cuando aún tiene hambre.

En este panorama, en el que Ciudadanos aparece como invitado que no está dispuesto a marcharse de la fiesta, a los naranjas les toca analizar si ganan más apoyando a la izquierda moderada que a la derecha cada vez más radicaliza. De momento su permisibilidad con el PSOE en Andalucía, presentando a un candidato sinceramente conciliador, les vale para duplicar el número de parlamentarios y situarse como segunda fuerza política pero ¿han analizado el resultado que les dará el haber apoyado al PP? Por ejemplo, en lugares como Almería o Roquetas de Mar.

Lecciones te dan las elecciones
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