viernes. 19.04.2024

El cáncer y el amor

Juan Galera, filósofo

Fue una mañana de Otoño que despejé una contradicción irresoluble. Tuvo lugar en un amplia aula de la Universidad Autónoma de Barcelona. Me lo dijeron los hermanos Karamazov como emisarios de Dostoievski. Hasta ese momento, yo no podía resolver mi no admisión de que, o había siempre libertad, o,  “todo estaba escrito”. Comprendí ese día, que la verdadera libertad era seguir el camino de la vida, sin forzar.


Otro día en la misma clase del Profesor de Metafísica, hice mío algo principal; y también necesario para abordar el título del presente resumen: que -como ya me manifesté y ahora especifico- el “todo” no podía estar dividido en partes (autónomas) pues con la sola libertad de un planeta burlando su órbita, el caos sería en décimas de segundo. Pero como veíamos partes, la solución no podía ser otra que el todo estuviera completo en cada una de las aparentes partes.


Con estas dos premisas, me vino al pensamiento, el concepto de “organismo”, fuese universal; o de la Naturaleza; o el ejemplo del organismo humano. Supe entonces que -ajeno al “querer”- el amor no podía ser sino intelectual; puesto que el organigrama de las interrelaciones a millares y complejísimas entre el hígado y el páncreas; y las sustancias potásicas establecidas a la micra, impedían por el organismo, una muerte inmediata. Había como un conocimiento de todo ello en cada célula que amaba al todo, al organismo completo. Esta exactitud de la vida, no podíamos denominarla sino la comprensión del “todo” del cuerpo (amor) y el diseño funcional era, valga la redundancia, de tipo intelectual. Así el organismo corporal vivía gracias al amor intelectual de cada célula respecto a las demás; de cada órgano respecto a sus células y a los otros órganos del cuerpo de un humano.


Apliqué lo dicho, interesándome también por ¿cómo era posible que en el siglo XXI, la ciencia que había llegado a la luna y había creado dos corderos idénticos, no pudiera universalmente con el cáncer, después de tanto tiempo? Comprendí, sin duda, que el caso de la célula que se tumoriza, es el caso de una célula que, habiendo perdido el amor intelectual por su contexto, decide emprender aquella libertad individual (falsa por imposible). A partir de ahí se va desarrollando vía tumor, comiéndose a las demás y engordando.


Pero la prueba de que esa libertad era falsa, lo era que, una vez acababa con todo el organismo, ella también moría.


Así esa impotencia científica, ya debiera contar con este poderoso indicio para comprender de una vez por todas -nunca mejor dicho- que el todo está en cada una de las presuntas partes.  


Juan Galera, filósofo.

El cáncer y el amor
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