sábado. 20.04.2024

El agua a cielo abierto

José Luis Raya

No hay nada que produzca mas placer a los ciudadanos que ver el agua, ya sea en la playa, en un humedal o en el cauce de un rio o una acequia, parece que estamos programados para sentir placer ante la contemplación del agua en movimiento o parada. Una verdad que seria absoluta si no tuviéramos el empeño de acabar con todo este placer en cada decisión administrativa, y la mayoria de las veces sin beneficio aparente.

El último episodio que he conocido ha sido el de la acequia de Fuentenueva, una conducción de agua que seguramente data de tiempos árabes o romanos y que tomando el agua de una fuente en Dalias, la conduce serpenteante por entre las colinas hasta el municipio de El Ejido. Esta acequia construida en piedra y arcilla, una obra de la ingeniería de la época, esta siendo sustituida por una conducción de plástico. Ante ello nada que objetar, si no fuera porque al entubar la conducción, estamos privándonos del placer de ver el agua viva, y porque son muchos los animales que antaño abrevaban en sus remansos y que hoy pasaran sed.

Conocedores de la acción de la acequia en el ecosistema de la zona, permitiendo beber a los animales, el proyecto establecía la instalación de dos abrevaderos. Son éstas una instalaciones que permiten dar de beber a la fauna hasta que el dispositivo de llenado se rompe o el agua se vuelve verde y los animales enferman al beber el agua estancada.

Dos abrevaderos son insuficientes para los casi 10 km de longitud que discurre por terrenos naturales, pero da igual si fuesen más, los abrevaderos hay que mantenerlos y desinfectarlos (¿quien lo hará?), son un punto de contaminación por enfermedades, los abrevaderos son la solución para casos extremos o cuando técnicamente no existe otra solución para que los agricultores accedan al agua, pero no es así en este caso.

Yo entiendo a los regantes y su necesidad de que el agua no se pierda por conducirla a través de una acequia vieja y deteriorada, pero para que so se pierda no es necesario que pierdan los animales y las personas. Ellos podrían haber hecho reparado y mantenido la conducción tradicional, o hacer una conducción nueva, incluso de plástico, pero dejando el cauce a “cielo abierto”, los animales podrían abrevar, las plantas de los alrededores se beneficiarian de la humedad que circunda al cauce, pequeñas ranas y otros anfibios, incluso peces,  podrían continuar con su apacible vida y los ciudadanos que caminasen por la zona no dejarían de sentirse extasiados con la belleza del agua en movimiento.

La junta de Andalucía en 2004 creo el inventario de humedales de Andalucía, en estos no se ha incluido ninguna acequia y me parece que estos hermanos menores de los lagos, las marismas o los ríos, tienen una papel importante en la vida de los ecosistemas (incluido el ecosistema humano) y el humedal “acequia de Fuentenueva” se debería de proteger con igual intensidad que “la salinas de cerrillos”, “la albufera de adra”, “la balsa del Sabinal” o la “laguna de las norias”.

Se hace preciso que los poderes públicos actúen y eviten el lamentable quebranto que supone para la fauna salvaje y para los humanos la conducción mediante tubería cerrada de la “acequia de la Fuentenueva” y que mejoraran la obra mediante la instalación de una tubería a cielo abierto.

El agua a cielo abierto
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