jueves. 25.04.2024

Dios está siempre presente

Teresa Antequera Cerverón

Sin la relación con Dios no podremos cultivar ninguna auténtica hermandad, ninguna comunidad verdadera con otras personas. Donde falta la relación con Dios siempre hay disputas, porque cada cual desea ser el más grande.

Primero deberíamos esforzarnos por tanto en alcanzar la relación con Dios. Cuando hayamos despertado a la felicidad interna, también llegaremos a una auténtica comunidad con personas afines. Naturalmente que deberíamos cultivar la relación con nuestros hermanos y hermanas, pero el primer paso siempre es la relación con Dios, porque solo entonces existe entre las personas afines la orientación que une internamente, y por consiguiente la comunicación correcta. Ir con Dios a través de nuestros días significa estar orientados a Él dondequiera que estemos, hagamos lo que hagamos. Si conseguimos incluir a Dios en el trabajo, nos resultará fácil llevar esto a cabo.

Deberíamos acostumbrarnos a incorporar al Espíritu del Cristo de Dios en nuestra vida consciente, y a mantener la comunicación con Él, dirigiéndonos a nuestro interior más profundo en agradecimiento por la orientación, en agradecimiento porque nos va bien. Si la consciencia del agradecimiento se ha vuelto viva en nosotros, cuando se haga inminente una situación crítica llamaremos a tiempo a Cristo en nosotros y Le pediremos ayuda. ¡Él no se hace esperar!

El que ve en profundidad, el que ama a Dios, vive en la consciencia del agradecimiento. Si nuestro amor a Dios todavía no es tan grande ni tan constante, el agradecimiento nos ayuda a afianzarnos en la orientación a Él y a arraigarnos en la consciencia de la filiación de Dios. Cuando nos demos cuenta de que en un momento determinado estamos lejos de Dios, debido a nuestros pensamientos humanos pecaminosos, no nos apartemos por completo de Él. Hagámonos esto presente: nuestro Padre eterno sigue estando de nuestra parte. Él está presente para nosotros, ¡Él nos ayuda a volver a salir de nuestros aspectos humanos negativos! Si logramos acopiar la grandeza para agradecer a Dios por mostrarnos en qué puntos reside nuestra parte humana, en nosotros despierta el valor y la fuerza para afrontar con Cristo lo netamente humano y purificarlo.

Si solo miramos hacia nuestra ley personal hacia nuestro problema, y hablamos mucho sobre ello, no activamos la fuerza interna, la fuerza de Dios. Dios está siempre presente. En cuanto Le pedimos o Le damos las gracias de corazón por haber reconocido un aspecto negativo que deseamos purificar con Él, con Su ayuda, estamos dirigiéndonos también a lo divino en nuestro problema. Con ello establecemos una comunicación con lo divino en el problema. Lo divino se vuelve de este modo incrementadamente activo y nos muestra los caminos para que podamos solucionar el problema o la dificultad. El agradecimiento contiene la afirmación de lo divino en todo, y hace que lo positivo se despierte, se incremente y se afiance.

Retiremos una y otra vez nuestro yo y afirmemos en todo la presencia de Dios, y pidámosle ayuda, entonces Él nos dará apoyo si queremos cumplir seriamente Sus leyes. Dios está siempre ahí. No podemos huir de Él: Él está en nosotros. Él está en cada situación, en cada palabra, en cada gesto, en cada movimiento, en cada paso. Dios es siempre lo positivo, siempre lo bueno. Él desea permanentemente lo mejor para nosotros. Si somos conscientes de que Dios desea siempre lo mejor para nosotros, también nos confiaremos cada vez más a Él. Le pediremos ayuda, consejo y apoyo. Él cumple a Su hijo la petición legítima. Y esto quiere decir: si queremos cumplir Sus leyes, podemos estar seguros de que Él nos conducirá; Él nos ayuda; Él nos servirá.

Dios está siempre presente
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