sábado. 20.04.2024

Decir la verdad (duele) y no es negocio

Álvaro Cabo Ciudad. Escritor, blogger

Lean esta historia ocurrida en un pueblo de España basada en hechos reales.

"Corría el año 1963, yo contaba con 7 años recién cumplidos, acababa de terminar de comer y me fui -como decíamos-, "a la escuela de por la tarde". Llegando al colegio me encontré con el médico del pueblo caído en el suelo, por lo que decidí ir a socorrerle; en esto llegó la señora que trabajaba en la casa, y me vio intentando levantarle. Ella, asustada, le preguntó que qué le ocurría. A lo cual no contestó, y entonces dijo una chica que andaba por allí, que respondía al nombre de Esperanza: ¡qué trompa lleva Don Antonio!

Empezó a llegar más gente al oír el revuelo y, según iban preguntado por lo sucedido yo respondía con la inocencia de un niño: ¡Don Antonio se ha desmayado porque está más borracho que una cuba!, difundiéndose mis palabras como la espuma, debido a que era una especie de hora punta en el pueblo. 

Unos minutos más tarde, entramos en fila con Don Florencio, el maestro. Para mi sorpresa, se presentó la esposa del médico en clase para preguntarle: ¿Quién ha sido el niñato que ha dicho que mi esposo, el médico del pueblo, estaba "más borracho que una cuba"? El maestro preguntó que quién había sido aquel que había dicho semejante bulo (y eso que lo habíamos visto más de 200 alumnos de la escuela). Mis compañeros me señalaron como el responsable; seguidamente, mi querido maestro me dijo: ¿Has sido tú el que ha dicho tal infamia? A lo que respondí:"Yo no he dicho ninguna infamia, he dicho la verdad de lo que he visto". Antes de terminar de hablar, me cayó, literalmente, la del pulpo. Y así es como me pasé una tarde entera, desde las 3:30 hasta las 8 de la tarde, de rodillas, con los brazos en cruz y con media docena de libros sobre mis manos. 

 

Leyendo esta historia extraemos una conclusión clarísima, trasladable al ámbito político, publicitario, empresarial o de comunicación. Todo el mundo en el pueblo sabía que Don Antonio, el médico, era un borracho, pero a nadie le interesaba decir la verdad, porque podían perder favores o que se negara a atenderlos. Salió perdiendo el niño, que no tenía ningún interés en ocultar lo sucedido, pero sí descubrió el precio de decir la verdad.

Los medios de comunicación juegan un papel muy importante en las manipulaciones y en la información, están subordinados a los enormes intereses del poder y no a los intereses de los lectores. "El que paga manda". Existen personas que ven la realidad y no la dicen, otras que se dejan engañar porque les conviene, otras que son engañadas por falta de conocimientos y otras -muy pocas- que se atreven a contar la verdad pese a quien le pese. 

En este país, sin ir más lejos, cada día nos la cuelan por la escuadra. Se intenta maquillar la realidad cambiando los términos a las palabras, para que parezcan menos importantes. Pero no señores: un investigado es un imputado, un encausado es un acusado y la palabra presunto va claramente en contra del sentido común. Pero ¿a quién le viene de perlas estos términos? Se admiten apuestas. Cualquiera que tenga millones en un paraíso fiscal y no justifique al instante de dónde viene el dinero no es inocente, es culpable hasta que no se demuestre lo contrario.

 

Álvaro Cabo Ciudad. Escritor, blogger, conferencista, tertuliano y emprendedor.

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