jueves. 28.03.2024

Clerical-andalucismo: misión cumplida

Al-Hakam Morilla Rodríguez, Liberación Andaluza

La disolución del partido autodenominado 'andalucista' un día después de la Diada catalana, y en plena campaña electoral en aquella Nación de más de un millón de hijos emigrantes de Andalucía y descendientes de andaluces, envía un mensaje claro del nacional-catolicismo desde la colonia del Valle del Guadalquivir: todos a españolear colaborando con la discriminación asimétrica norte-sur para 'salvar a la patria', a costa de los meridionales parias de siempre. Hay que concentrar los votos en los partidos de la metrópoli, sobre todo en las próximas Generales. El sedicente 'andalucismo' usurpador del de Blas Infante en realidad lo que ha buscado es la liquidación de todo conato identitario andalusí verdadero en la Colonia monárquico-papista al sur del Estado español, imponiendo 'liderazgos' coloniales como antaño virreyes.

El abuso del término histórico 'andalucista', por una escisión del Partido Socialista Andaluz en 1982, renunciando al nacionalismo y al marxismo -sin nadie exigirle tales muestras de fe... ¿o tal vez sí?-, con la pretensión de una supuesta fidelidad al Ideal de Blas Infante, constituye una grosera falacia que insulta la inteligencia de cualquier andaluz de conciencia. ¿Imagináis un partido denominado galleguista, catalanista o vasquista en nuestros días, como si no existiesen las milenarias naciones gallega, catalana y vasca? En aquellos pueblos provocaría la irrisión general, sin poderse ocultar la farsa. Por ello los 'galegos' buscan la enosis con Portugal, los Països Catalans con el Roselló y Euskal Herria reivindica Euskadi, Nafarroa y en el E. francés Lapurdi y Zuberoa. Pero no se os ocurra hablar de Al Andalus -de la que deriva su nombre Andalucía, Al-Andalusía hasta 1833 antes de la nueva división provincial de Javier de Burgos- y sus territorios históricos desde Murcia a Algarve y Alentejo, de la que siempre han formado parte no solo musulmanes, también cristianos (antes llamados 'mozárabes'), judíos, agnósticos, ateos, etc. Para los vencidos colonizados del 'sur' lo que disponga el señorito del 'norte', aunque nos pinte de fantoches árabes de sainete o castelllano-novísimos en su fraudulenta 'historia' oficial, por el imperio hacia dios.

 

De igual forma, en la Nación más antigua de Europa, con los colores de una bandera oficial documentados aquí por vez primera en el subcontinente, y con un legado civilizatorio aún hoy asombro del mundo, hablar de 'andalucismo' suscita extrañeza, cuando no sospecha. Si tenemos de hecho una Autonomía oficial,  reconocimiento institucional de la Nacionalidad Andaluza y sus Símbolos, plantearse siquiera un 'andalucismo' como si Andalucía no existiese provoca la estupefacción general. ¿Es que los andalusíes somos 'poco andaluces' o acaso 'menos'?, ¿desde que parámetros o acorde a qué arquetipo impuesto? ¿Quién reparte los carnés?

 

Por eso la usurpación del histórico Andalucismo infantiano en nuestros días carece de legitimidad, y ha terminado por implosionar el tinglado. A principios del S. XX en la lucha por el autonomismo, unida a la pasión por zafarse de la desculturación secular eclesiástica de nuestro Pueblo, todo ello conformaba características fundamentales, por las que todos se esforzaban. De ahí el incansable afán pedagógico. Artículos, conferencias, textos, librerías especializadas, ateneos, cultura popular... los intelectuales andaluces de aquel tiempo se enfrentan abiertamente a los reaccionarios adoctrinamientos del clero. El mismo Infante, con su heterodoxo amigo expulsado de la CNT, el Dr. Vallina (apodado 'el Tigre' por sus adversarios), para enfrentarse a la inculturación nacionalcatólica utilizan un aparente estilo 'religioso' de parábolas, cuentos infantiles, plegarias laicas, metáforas, etc, sin olvidar un arte y arquitectura andalusíes, con raíces, para llegar al corazón de los trabajadores, en su mayoría analfabetos funcionales. No al revés, como hemos visto en las últimas décadas: manipular aspectos 'andalucistas', descontextualizados, para conducirnos al redil de la parroquia, vía cofradía o procesión.

 

Así por el contrario, entre los usurpadores de ese inmenso legado, los clericalandalucistas actuales, vemos que el camino elegido por ellos ha sido el opuesto. El admirable Andalucismo etnológico decimonónico del Ateneo y la Sociedad Antropologica de Sevilla ( Machado Núñez y su hijo Machado Álvarez, Guichot, Bejarano, Cagigas...) se solapa. Y se trató de minusvalorar en el plano político el esfuerzo federalista de Pérez del Álamo o el soberanismo andaluz libertario de Fermín Salvochea, Ese extraordinario esfuerzo científico, identitario y desclericalizador -palpable en la Constitución Andaluza de 1883-, que eclosiona en las décadas iniciales del S.XX, con Blas Infante como fruto supremo. Todos esos colosales esfuerzos de andaluces traicionados en el cierre en falso de la mal llamada 'transición', o continuación del tardofranquismo. Así, más que el afán didáctico andalucista definitorio clásico, hemos visto lo que ha primado en los advenedizos de misa de ocho, o tragasantos de conveniencia: el puro culto al poder, llamado 'andaluz' sin señas distintivas -o deformadas- tomadas de sus supuestos predecesores, aquellos luminosos titanes sin complejos ante la sotana. De ahí el callejón sin salida político al que llegaría, por ejemplo, el gran politólogo José Aumente, ahogado por sus propias contradicciones, si bien con esporádicos destellos de lucidez aun a pesar de la losa del oscurantismo romanofranquista que le tocó padecer, la cual lastraría por desgracia su pensamiento. Hablar de 'soberanismo' o 'nacionalismo' andaluz bajo la sotana del Estado extranjero vaticano o haciendo de sus palmeros, y si no cuaja tal bodrio pseudoidentitario endilgarle la responsabilidad del fracaso al Pueblo Andaluz, implica alejarse de él y despreciarlo, algo que no podemos ni debemos pasar por alto, si queremos tener un futuro en el concierto de las naciones del mundo. Ya vimos en nuestro anterior análisis 'Rojasmarquismo: semblanza aproximativa', publicado en diversos medios, a los tentáculos del clero inficionar la idiosincrasia popular andaluza, para subordinarla a sus fines de dominio y colonización político-económica, en comandita con el centralismo.

 

Así procesiones, cofradías o cultos que fascinan a los antropólogos, vestigios ancestrales de universal adoración a la Madre Tierra; o incluso tradicionales exaltaciones de las gentes en el solsticio de invierno, por primavera, en épocas de siembra y cosecha, deberán ser encorsetados legalmente por el foráneo y tenebrero Vaticano, domesticados con el objeto de afianzar la hegemonia del clero, e imponer peaje sacerdotal en el redil de los vampirizados pardillos. El verdadero Andalucismo de antaño se resistió a este proceso alienador con tenaz determinación. El menguante clericalandalucismo de las últimas décadas a lo que se ha limitado es a jibarizar, o directamente malversar, con lecturas tendenciosas, el prolífico y poliédrico pensamiento genial de Blas Infante, para tratar de meternos con calzador la doctrina católica, entre 'misas rocieras', moduladas saetas 'nihil obstat', inescrupulosas manifestaciones de la hegemonía de la curia al Pueblo, o el 'diktat' estricto del Estado romano a todas las Hermandades, antes organizaciones espontáneas populares, y ahora sojuzgadas por el manipulador yugo de la férula del obispado. 

Pero imponer cilicios a las conciencias y flagelar la libre expresión del alma andaluza tiene ya los días contados. Los enemigos de  Andalucía y de toda la humanidad, acechándonos en la inciensada sombra con su avarienta hipocresía sin límite, toca a su fin. En la moderna Europa de laicas administraciones su anacrónica 'misión' ha expirado. Y libre al fin la Vida, con el éxtasis del amante desbordándose impetuoso, anuncia al fin el alba...

Al-Hakam Morilla Rodríguez, Coordinador Nacional de Liberación Andaluza

Clerical-andalucismo: misión cumplida
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