viernes. 29.03.2024

Ceremonias y rituales

Juan Antonio Palacios Escobar

Hay demasiados tontos ilustrados envueltos en ceremonias y rituales inútiles, y olvidándose de lo esencial e importante que es lograr convencer a los ciudadanos y ciudadanas que lo que nosotros predicamos es lo mejor para verlo hecho, y que otros se pierden en discursos vacíos sin ser capaces de escuchar sus ideales profundos.

Sin embargo, están los que sostienen lo de Maquiavelo, que es mejor ser temido, que querido, sin darse cuenta que solo generan odio y destrucción. A veces debemos concentrarnos en los detalles y no perdernos en generalidades que no nos dicen nada.

Es muy probable que cuando nos dediquemos a buscar lo absoluto, perdamos la oportunidad de gozar de los placeres sencillos y dejemos de estar abiertos a lo desconocido y sorprendente. No deberíamos olvidarnos que los seres anónimos son los que escriben la historia.

Entre tropezones y traspiés, producciones y reproducciones, no debemos estar presos de la aprobación de los demás y concentrarnos en tomar las decisiones que nos parezcan oportunas, por nosotros mismos, sin perder excesivo tiempo en aquello que no merece la pena.

La vida cambia en cada instante, y debemos estar atentos para aprovecharla al máximo. No podemos quedarnos anclados, dándole vueltas a cosas y situaciones que no tienen soluciones, no queriendo reconocer los problemas y empecinándonos en repetir errores.

Debemos estar abiertos a los cambios y cerrados a los inmovilismos, sabiendo caminar entre principios dramáticos y finales felices., sin ensalzamientos ni exclusiones, con cuestiones y cuestionamientos, sin imposiciones y con negociaciones.

Nos podemos sentir atraídos por los riesgos y las aventuras, pero sin excedernos ni obsesionarnos, y no caer en el absurdo de intentar llevar razón a toda costa, ya que hemos de aprender a ceder para conseguir nuestros objetivos.

Cuando pedimos todo y no estamos dispuestos a dar nada, es bastante probable que nos quedemos vacíos, o si huimos de la realidad y nos escondemos en la estupidez del vocabulario autocomplaciente y la ausencia de crítica, nos volvemos peligrosos por nuestra necedad.

Si estamos abiertos a escuchar al mundo que nos rodea y tener cuidado con los excesos, no debemos meternos en aquello que ni queremos estar ni mucho menos seguir. Hay especialistas en agudizar el malestar y hundirnos en el desastre.

Asistimos en los momentos actuales a demasiados gestos de enfrentamiento y actos que generan crispación, verbos gruesos que no sirven para fomentar el diálogo y erigirse en árbitros de las diferencias, sino en agentes de la violencia y el caos.

Como diría Jean-Paul Sartre “El desorden es el mejor servidor del orden establecido…Toda destrucción confusa debilita a los débiles, enriquece a los ricos, aumenta el poder de los poderosos”. Sin embargo, hay algunos responsables políticos que hacen como si no se enterarán y dicen una cosa y hacen justo la contraria.

Tenemos ideas para cambiar el mundo, y podemos llevarlas a cabo, pero hemos de sentirnos todos participes y protagonistas de este proceso. No vale la actitud pasiva de ser meros espectadores, pongamos toda la ilusión en lo que hacemos y tendremos muchas posibilidades de verlo realizado.

Ceremonias y rituales
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